Cruda, difícil, visceral y sumamente real, 20 Días en Mariúpol es la producción ucraniana galardonada con el Óscar a mejor largometraje documental del 2023. El documental es dirigido por Mystyslav Chernov, un corresponsal de guerra y ganador del premio Pulitzer por su trabajo cubriendo varios de los sucesos claves a lo largo de la historia contemporánea de Ucrania, incluyendo la agresión militar rusa de 2022, y concretamente el asedio de Mariúpol en los primeros días de la guerra.
20 Días en Mariúpol es uno de los documentales más difíciles e importantes de los últimos años. Una cronología de los primeros 20 días de la guerra, hecha por uno de los pocos periodistas que estuvieron en el frente de batalla cuando el conflicto inició, está compuesto en su totalidad de grabaciones hechas en el terreno, y contiene algunas de las imágenes más crudas, pero emblemáticas, de los primeros días del conflicto. Vemos imágenes de personas cuya vida ha sido devastada por la guerra, tanto en lo material como en la pérdida de seres queridos.
Las imágenes nos transportan desde los hospitales a los centros de refugiados, donde vemos reflejadas en las caras de madres y niños la angustia e incertidumbre que solo puede generar la guerra y el peligro que conlleva. Ciertos momentos de la película cuentan con entrevistas hechas en el terreno, donde las víctimas, personas comunes y corrientes, expresan el dolor que sienten. Sin embargo, el nivel de producción se mantiene constante a lo largo de la película, entrelazando esporádicos fondos negros con texto blanco para darnos información clave sobre la cronología del evento. Esta decisión estilística nutre la sobriedad y la sensación de crudeza que imperan de principio a fin en el documental.
El documental desde su primer momento nos transmite una sensación sobrecogedora de angustia, miedo, tristeza e impotencia. El mismo contiene imágenes gráficas y perturbadoras, que si bien tratan de proteger a la audiencia de las vísceras y la sangre, dejan poco a la imaginación en lo que concierne a las víctimas del conflicto y el sufrimiento al que fueron sometidas. No se trata de un documental con una resolución real, y mucho menos un final feliz, sino que es un extracto de algunos de los momentos más difíciles de la guerra, y, por lo tanto, deja a la audiencia con una combinación de emociones difíciles y fuertes.
Si bien el documental evita enaltecer a los corresponsales de guerra, es imposible no pensar sobre las personas detrás de la cámara. La simple existencia de esta película es una oda a la labor periodística de los corresponsales, que arriesgan su vida por el compromiso de mostrar los sucesos y el dolor de Mariúpol. La valentía de ellos es digna de reconocer y celebrar, ya que son una herramienta fundamental para que el mundo conozca el costo humano de esta guerra.
20 Días en Mariúpol no es un documental que la audiencia disfrutará, pero es uno que todos deben ver para entender, cruda y honestamente, el sufrimiento humano que causan las atrocidades de la guerra. Sin duda alguna, uno de los documentales más relevantes de nuestros tiempos.