El agua de lluvia cae en una tierra formada por la subida de los Alpes Italianos. Se filtra en el suelo compuesto por roca -dolomía- hasta llegar hasta los 600 metros de profundidad. Luego se calienta naturalmente por estar en las entrañas de la Madre Tierra y vuelve a ser expulsada por sus grietas.
De aquí, el agua llena de todos esos minerales que recogió (la dolomía, por ejemplo, contiene carbonato de calcio y magnesio) en su larga trayectoria se lleva, sin intervención alguna, a una planta, en donde solo agregándole gas se embotellan en la icónica botella verde para recibir en tus manos S. Pellegrino.
Si abres una botella hoy día, lo más probable es que estés tomado agua de lluvia que glorificó el suelo con su poder hace 30 años.
Toda esta experiencia llena de color en el pueblo de San Pellegrino Terme, ubicado en la región de Lombardía, en el norte de Italia, te la traigo bien fresquita y la acompaño con fotos del grupo maravilloso que me acompañó por las calles adoquinadas del pueblo, conocido por su célebre agua mineral “acqua di San Pellegrino”.

Llegué una hora y media antes de que lo hiciera el resto del equipo y me dediqué a una de mis pasiones: caminar, observar (en silencio para variar un poco mi vida) y sentarme a tomar café en el lugar que más me llamaba con su vibra: la cafetería-pastelería Bigio, frente al río Brembo, que nace en los Alpes italianos y baja majestuoso y cruza el pueblo completo. La energía y la calma que da la montaña es algo que solo la naturaleza es capaz de ofrecer.
Me recibió Barbara, una italiana del sur que tiene viviendo año y medio en este encantador pueblo que combina historia, belleza arquitectónica y bienestar. Me atendió con su español sirviéndome una macchiato (espresso con toque de leche, conocido también como cortado) y un ventaglio, que es masa de hojaldre como nuestra orejita, pero en forma de abanico.
Luego de degustar ese momento sabroso, me introdujo con su “titular”, como la llamó, su jefa, con quien hablé un rato de su vida en las montañas y su apego al agua San Pellegrino.
Ella es Roberta Milesi, tercera generación llevando la cafetería que inició en 1934 con su abuelo. Actualmente trabaja con sus hermanos y abuela (la nona).
Al preguntarle por su vivencia con la empresa y marcas me responde que es un gran orgullo que representa un beneficio para su negocio, al recibir turistas que quieren conocer, como yo, el origen de todo.

Sus recuerdos al crecer es poder ver la marca en series y películas y de emocionarse por saber que ella vive en el mismo lugar lleno de naturaleza que lo permite.
Los orígenes de esta agua mineral nacieron bajo lo que hoy día se habla tanto: el “wellness” (bienestar integral), ya que durante siglo XIX el agua mineral era recetada para malestares rutinarios. Al mismo tiempo contaban con baños termales y que luego se convertirían en un centro de entretenimiento.
Su impulsor, Cesare Mazzoni, fue un verdadero pionero o lo que hoy llamaríamos un maestro del “marketing experiencial”, ya que viendo el potencial del agua mineral, desarrolló el Grand Hotel (1904- 1979, hoy abandonado), el Casino y otros puntos de interés.
Justamente iniciamos el recorrido en el Casino, en este lugar entrañable, enclavado en un entorno natural impresionante, cargado de historia, belleza y comida tradicional. Uno de los sitios de interés visitados, por supuesto, es la planta embotelladora S Pellegrino, donde el orgullo por el trabajo diario se podía saborear en cada detalle.
Hoy día es agua embotellada distribuida en todo el mundo y que va de la mano con la alta cocina y el apoyo a los cocineros jóvenes, que igual que Roberta, siguen con orgullo la tradición de familiares y otros precursores.
Y así, trayendo lo mejor de cada uno a la mesa, celebro haber compartido con una historia que enamora con el origen del agua. ¡Salud por el poder del agua!
(Más información de esta aventura al origen del agua en redes sociales @jorge.chanis y https://www.prensa.com).