Leer a Antonio Machado es siempre una alegría, es como un regreso. Poeta de los más valorados y queridos en español, su obra sigue llevándonos por parajes poéticos que suscitan, casi como la primera vez, reacciones estéticas y vitales muy poderosas, manteniéndolo sobre nuestra mirada y oficio poético como una suerte de canto tutelar en la retina de miles de lectores a lo largo y ancho del territorio de nuestra lengua.
Para propiciar ese regreso feliz, la editorial DeBolsillo publica Poesía completa, bajo la atenta mirada de Víctor Fernández (Barcelona, 1975), que ya nos ha dejado brillantes ediciones de otros clásicos como Bodas de sangre o Romancero gitano, y que con este nuevo trabajo nos ofrece la posibilidad de revisitar a Machado, aportando variantes e inéditos de la obra del autor de Campos de Castilla y Juan de Mairena.
Esta edición arranca, como lo hacía el poeta, con el célebre Retrato de Antonio Machado que le escribiera Rubén Darío, y cierra con el acertadísimo Sobre un libro de versos, poema que le dedica a su obra uno de sus lectores más universales en 1917: Federico García Lorca. Estamos ante un libro emocionante, fruto de una excelente labor de investigación y apasionado afecto por la obra del poeta sevillano, y que sin duda sorprenderá a nuevos y a viejos lectores.
En su introducción, Víctor Fernández sitúa al poeta en sus últimos años de vida, que coinciden con los de la Guerra Civil española. Los cambios de domicilio; su elegía a Federico García Lorca; sus textos en el diario La Vanguardia; la relación con su hermano Manuel; la tristeza, el exilio, la muerte; los papeles del poeta que se desperdigan y cómo los años los vuelven a reunir y ahora los acoge la Institución Fernán González y la Fundación Unicaja. Un texto que nos ilumina esos últimos años, y que se completa con una cronología que lo coloca en su marco histórico, tan necesario para su comprensión estética, porque a Machado es difícil leerlo, me parece, sin la luz de su biografía.
Su poesía es luminosa y reflexiva, dibuja con belleza inteligente una España que en muchos pasajes no es distinta ni ajena a América. Antonio Machado y Rubén Darío se conocen en París, en 1902, y su amistad y admiración quedan reflejadas en los poemas que se dedican. Rubén dice de Machado, en su Retrato, que “Las maravillas de la vida/ y del amor y del placer,/ cantaba en versos profundos/ cuyo secreto era de él”.
Machado, decía del nicaragüense, “…peregrino/ de un Ultramar de Sol, nos trae el oro/ de su verbo divino”. Al morir Darío, Machado escribe: “Que en esta lengua madre la clara historia quede;/corazones de todas las Españas, llorad”.
Camina uno por esta Poesía completa con nostalgia. Machado es una frescura, un coro de cantares y proverbios, un atado de reflexiones y elogios, una envidia de imágenes y de sones. Antonio Machado escribe con el ritmo silencioso de los paisajes otoñales y secos, donde la esperanza, la primavera de su ritmo, asoma para no dejarnos solo entristecidos (sí reflexivos, sí preguntándonos), porque, citándole para interpretarlo “En su claro verso/ se canta y medita/ sin grito ni ceño”, y también, en versos de Lorca sobre la poesía de Machado “El poeta es un árbol/ con frutos de tristeza/ y con hojas marchitas/ de llorar lo que se ama”.
De las novedades que esta edición ofrece, me quedo con quizás la más entrañable, de una genialidad que retrata el talante del sevillano: Machado traduce un soneto de Shakespeare, y al final anota: “No es esto exactamente lo que dice Shakespeare; pero léase atentamente el soneto y se verá que es esto lo que debiera decir”. Genio y figura, cosas de la poesía.
Una alegría esta edición de Poesía completa, una excelente oportunidad para entrar o regresar a la obra de Machado. Se nos da, con iluminada precisión y belleza, un texto fiel a los deseos del autor, rico en nuevas perspectivas, y que alienta a seguir en la constancia lectora de estos poemas que son legado inmortal de nuestra lengua, en los que, en palabras de Lorca “Como en el horizonte/ descanso las miradas,/ dejaría en el libro/ este ¡toda mi alma!”