La primera mitad del evento cinematográfico del año, y a la vez la película más taquillera, Barbie, de Greta Gerwig, es una producción memorable. Vibrante en sus colores, especialmente el rosado, se trata de una puesta en escena alegre, divertida y con personalidad. Fue la película veraniega por excelencia, un paquete completo, digna representante de la legendaria propiedad intelectual que la inspira y merecidamente un fenómeno cultural y cinematográfico que trasciende los números en taquilla y las estatuillas que pueda ganar, o que le fueron negadas.
Si bien el elenco estaba comprometido con la personalidad de la película, los dos actores principales y la química entre ellos, sobresalen. Ryan Gosling como Ken ofrece uno de sus papeles más divertidos en años, trayendo personalidad y energía. Gosling incluso se atrevió a un número musical —ahora nominado Óscar— el cual en una banda sonora repleta de estrellas de la música pop, no desentona e incluso se destaca.
Margot Robbie como Barbie es un casting hecho en el cielo. Icónica, divertida, sensible y “perfecta”, como debe ser Barbie, Robbie se apodera del papel. Le da vida a la muñeca en un rol que probablemente marcará su carrera de por vida. A pesar de que la Academia, injustamente, la dejara fuera de la lista de nominadas a mejor actriz —categoría que este año está repleta de brillantes actuaciones— la Barbie de Robbie pasará a la historia del cine, para bien o para mal, como su personaje referencial.
A diferencia de otras películas que abordan el empoderamiento de la mujer de formas más elegantes y sutiles, Barbie es una obra feminista que opta por ser más directa y concreta al comunicar a la audiencia, en el ahora famoso monólogo de la actriz America Ferrara, sus ideas sobre la adversidad que enfrentan las mujeres. Si bien las ideas son abordadas de forma superficial, hay mérito en llevarlas a producciones de esta dimensión y alcance.
La calidad de las películas difícilmente se mide por el dinero que generan en taquilla, al igual que no es fácil medirlas simplemente por los premios a los que son nominadas. Barbie es un ejemplo de que una película puede ser recordada y aplaudida simplemente por atreverse a ser original, tomar algo que la gente conoce y adora, y elevarlo de una manera divertida.
Barbie puede carecer de la profundidad temática y la seriedad de las demás películas nominadas al Oscar a mejor película, pero es digna de reconocer por el nivel de su producción y el fenómeno cultural que ha representado. Gerwig ofrece una visión refrescante de cómo puede verse un “blockbuster”, y Robbie nos brinda una interpretación de época que será recordada por mucho tiempo.


