Un plantel de 20 entusiastas de la cerveza artesanal está reunido hoy en Cervecería Feroz preparando una pinta en homenaje al Día Internacional de la Mujer. Estas cerveceras son tan solo la cuarta parte de Mujeres Cerveceras, el gremio que apuntala el esfuerzo femenino, único en Panamá, de ampliar un negocio que hasta hace un tiempo era un asunto de hombres.
Estas obreras del lúpulo se congregaron en Feroz, en Ciudad del Saber, cerca de las seis de la mañana y, tras un saludo y un café con sabor a sororidad, se ajustaron la indumentaria y se calzaron sus botas de punta de acero y las fajas para ponerse manos a la obra.
Cargaron los pesados sacos de malta y los introdujeron en una máquina trituradora para pasarlos luego a un tubo con forma de serpentina, y de ahí a la olla de maceraciones y a la de cocción. Y ahora, a esperar. “Nosotras desarrollamos y supervisamos todo el proceso”, comenta Fátima López, experta en mercadeo y vinculada al gremio, quien sudó “feliz” durante la mañana de trajín cervecero.
La cerveza estará fermentándose durante casi un mes, al cabo del cual festejarán con familiares y amigos —porque no es una cuestión de género, pero sí de competencia—, la creación de otra cerveza artesanal panameña. El sector de estas bebidas es pionero en el país: por ahora es el único forjado por hombres y mujeres en igualdad de condiciones.

Negocios
Las cervezas artesanales llegaron a representar el 1.5% de la producción cervecera nacional en 2021; y se estima un crecimiento del 1% el año pasado. Una fuente del mercado revela que, luego de varios años de efervescencia, la actividad habría llegado a una meseta.
También es cierto que en el pasado Micro Brew Fest había disponibles 280 bebidas artesanales producidas por 35 cervecerías, 28 de ellas locales, lo que demuestra el poder de una actividad con todo para crecer aun más en la medida en que se multiplique el trabajo de las mujeres cerveceras. Algo tan fácil como que si hay más brazos, habrá más negocio.
“Amo este gremio y nos convertiremos en una fundación para impulsarnos todavía más con capacitación y otras iniciativas”, apunta Melanie McCullough, miembro del gremio y socia fundadora de Cervecería Feroz. El gremio tiene el respaldo de Pink Boots Society, la hermandad mundial de mujeres que potencia con becas y formación la producción de las artesanales.
“Somos personas con ganas de atrevernos y que nos agrupamos para preparar una cerveza que le guste a todo el mundo”, dice Fátima, además de mencionar a Panamango y Diosa Neón, las dos pintas creadas en otros eventos de mujeres.

La chacalita y la dama
La intervención femenina en la industria cervecera abarca todas las etapas, desde la elaboración hasta la mesa y desde la valoración del lúpulo hasta la facturación. Varias marcas locales sienten ya su liderazgo en un sector en el que al final de cuentas lo que se impone es la venta; sin duda, el sabor más agradable de todos.
“Esto se trata de: preparación, desafiar los límites y potenciar una pasión, sin importar los obstáculos”, advierte Ericka de Otero, cofundadora de la cervecería Salsipuedes, que acaba de representar al país en la internacional Copa Tayrona realizada en Colombia.
Ericka, que es publicista y lo intentó en un principio con el yogurt artesanal, un día vio a su esposo Domingo entrampado haciendo una cerveza en las ollas de la casa. Parecía un hobby dominical, pero pasado el tiempo sumaron fuerzas y después de pruebas y sinsabores gestaron una “bebé” chispeante y “rebelde” que se llama Chaklita.
Más adelante llegó el contraste de la primogénita. La bautizaron Dama de Rosas y tiene toques florales y de lavanda y un porte regio. La bebida le significó el primer título a Salsipuedes, la cervecería artesanal de espíritu autóctono fundada por Ericka y Domingo. Su dama ha ganado varios certámenes.
Ericka agradece la formación recibida a través de las plataformas en línea, lo que le permitió romper el estereotipo de que a la gente “grande” se le hace tarde para estudiar. Tiene “cuarenta y pico de años” y hace menos de diez empezó a conocer este sector.
“Al principio no entendía nada, hay mucho de ciencia y en ocasiones, de riesgos físicos”, señal de que el ejercicio intelectual “frecuente” demanda una actividad física evidente en sus dolores de rodillas y espalda. “Pero no importa, estoy en el lugar correcto. Quiero llegar a los 50 trabajando en esto, así sea en muletas”, advierte esta emprendedora que quisiera seguir de largo en la producción de cervezas artesanales.

El sabor de un empaque
La salvadoreña Amalia Fernández, por su parte, se trajo a Panamá el deseo de romper paradigmas. “Hace nueve años me vine a vivir acá con mi mamá; es madre soltera, y en El Salvador, por lo general, cuando una hija crece sin su padre, dicen que va a descarrillarse”, comenta Amalia, que demuestra hoy el poder de la mujer con la producción de cervezas laureadas.
Graduada de Diseño Gráfico y de Diseño Industrial de Productos, la salvadoreña se propuso dominar por completo el proceso de producción, desde la botella hasta el instante en que el bebedor solo atina a exclamar “¡Ah!”.
Empezó creando un empaque armable en forma de triángulo con capacidad para guardar tres botellas o seis latas de cerveza. El dispositivo surgió de las jornadas de su creadora trabajando en la barra del Bar Armónica, donde notó que la gente también busca bebidas fáciles de asir y donde probó por primera vez una cerveza artesanal de Casa Bruja. Esos sorbos fueron para ella como volver a nacer.
La Casa Mulata le hizo a Amalia un pedido inicial de 50 empaques para presentar al público una exótica lager negra llamada Etnia. Por aquellos días, recuerda, se reunía con amigos en los parquines de la universidad a beber cualquier cosa, pero ella marcaba la diferencia tomando dos o tres cervezas artesanales. “Ellos me miraban raro porque bebían las tradicionales”, dice.
Cambió las jornadas laborales nocturnas en Armónica por las del bar de Casa Bruja. Al poco tiempo, habló con Stefano Marín, el maestro cervecero, para que le permitiera trabajar gratis durante la jornada diurna y así conocer el negocio a fondo. Ante tanto entusiasmo, fue contratada al día siguiente y luego contó con la orientación de Casa Bruja para empezar la marca Gato Solo.
Fátima, Melanie, Ericka y Amalia consideran que la producción de cerveza no es un tema de hombres o mujeres, sino de inclusión. Brindis y salud son expresiones para todos. ¡Y que gane la mejor!