El primer largometraje del director panameño Gurnir Singh, Chacaleria cuenta una historia de crimen netamente centrada en la sociedad panameña durante la pandemia del covid-19. A lo largo de su narrativa introduce elementos de una crítica social mediante la exploración de sus dos protagonistas. Una comedia con elementos dramáticos muy panameña en sus diálogos, entorno y la construcción de sus personajes, la película tiene un sabor autóctono de principio a fin.
Liderada por las actuaciones de Myra Hurley y Miguel Oyola, Chacaleria se centra en dos protagonistas durante gran parte de la película y se les da libertad en monólogos que rompen la cuarta pared con la audiencia. Ambos brindan actuaciones dinámicas y elocuentes que imprimen su grado de personalidad al rol, incluso en momentos donde el diálogo no les favorece. Los monólogos conllevan mucha exposición hablada, pero a su vez permiten que los dos actores se desenvuelvan y traigan personalidad a sus personajes. Los momentos donde comparten escena se complementan bien y son muy efectivos en elevar la tensión de los hechos.
También son notables las actuaciones de Elmis Castillo y Andrés Poveda. Elmis trae a la mesa la energía y personalidad que lo caracteriza. En cambio, Poveda, probablemente la cara más conocida del elenco, brinda una dosis de carisma, flintin y relajo a su personaje, especialmente en la escena donde es introducido a la audiencia con mucha personalidad.
Narrativamente, la película encuentra ciertas inconsistencias. El tiempo que se le dedica a la presentación de los personajes y sus circunstancias representan la mayor parte de la película, con solo un tercio del tiempo dedicado a presentar y resolver la trama. Esto hace que la película tenga mayor oportunidad de enfocarse en los múltiples comentarios sociales que quiere abordar, pero resulta en un ritmo narrativo disparejo y una resolución que se siente apurada. Las temáticas de la película sobre necesidades, desigualdades e injusticias son interesantes a pesar de que mucho se le dice directamente a la audiencia, lo cual deja poco espacio para la interpretación. Similarmente, algunos diálogos entre los personajes se sienten excesivos y poco realistas, rompiendo la inmersión de la audiencia.
En el aspecto técnico, Chacaleria demuestra una visión ambiciosa en cuanto al trabajo de cámaras y la composición de escenas. Por momentos, la iluminación es un poco plana, lo cual resulta en tomas puntuales que no tienen la misma calidad. A pesar de esto, Singh y su equipo demuestran creatividad detrás de la cámara, tanto en tomas estáticas de composiciones artísticas y el uso creativo de pantallas, como en conversaciones de texto y posts de Instagram para avanzar la trama.
A su vez, la película tiene tomas largas y dinámicas, donde el movimiento de cámara se siente metódico y trabajado, y demanda la atención de la audiencia. También es notable el efectivo uso de la música para generar ambientes de tensión e intriga, incluso si por momentos puntuales la mezcla del sonido se presenta desbalanceada.
Chacaleria puede enfrentar dificultades narrativas, pero la película cuenta con un director ambicioso y con creatividad, dispuesto a tomar riesgos y detrás de la cámara, complementado con dos actores que logran dar una personalidad panameña, creíble y viva a sus personajes. Chacaleria es otra producción dentro del incipiente cine panameno, y una que aporta no solo la integración de elementos autóctonos de nuestra cultura, pero trae a la mesa interesantes y prometedoras innovaciones en el aspecto técnico y la cinematografía.