1945: año del fin de la Segunda Guerra Mundial y de un nuevo ciclo político panameño. La Alemania nazi cae ante EUA y demás aliados el 7 de mayo y el 8 se declara el Día de la Victoria. El 6 de mayo, Panamá celebra una crucial elección de diputados de una asamblea constituyente, que marca la historia nacional, y significa defenestrar al presidente de facto, redactar una nueva Constitución y desarrollar por tres años la legislatura.
Esa guerra había empezado en septiembre de 1939 con la ocupación de Polonia por la Alemania liderada por Hitler, mientras en Panamá se llevaba a cabo la campaña política, que llevó, por primera vez, al Palacio de Las Garzas al médico Arnulfo Arias, exministro y exembajador. Derrotó a Ricardo Alfaro, expresidente. Arias no estaba sintonizado con EUA, cuyo departamento de Defensa controlaba desde 1914 el Canal de Panamá, crucial en su liderazgo en la guerra.
Transcurrido un año de gobierno, Arias fue derrocado en una confluencia de intereses de EUA y uno de sus ministros, Ricardo De La Guardia, quien sacó del camino a ambos designados para la sustitución, uno de ellos José Pezet, natariego, cuyo mandato fue meteórico.
Autócrata y represor, De La Guardia se encargó de Arias y se puso a disposición de EUA: metió a Panamá en el conflicto, al establecer marcas de respaldo: fue el primer Estado latinoamericano en declararle la guerra a Alemania y Japón y aceptar la instalación de 134 bases y sitios de defensa y seguridad de EUA en distintos puntos del territorio nacional.
Como si se tratara de una olla bajo mucho fuego, la presión contra ese poderoso fue acumulándose, a tal punto de que en la Navidad de 1944 se vio obligado a desconocer la polémica Constitución de 1941, de Arias, al dejarla sin efecto y convocar una asamblea constituyente. En febrero, se formalizó el decreto de la elección, que especificaba las reglas para seleccionar 51 diputados (de ellos 9 nacionales y los demás provinciales). No se indicaba que esa asamblea reemplazaría al presidente, que ejerció 4 años de facto (y que se negó a convocar elecciones en el 42 y el 44 para sendos designados, que asumirían, de ser necesario, la Presidencia). El de De La Guardia fue un gobierno de facto, que incluyó su boda en el Palacio presidencial. Un mandato con el acento de una gran persecución de su predecesor por toda Latinoamérica.
Los liberales de distintos signos presionaban mucho a ese presidente. Se inauguraron movimientos sociales, en especial de mujeres y estudiantes. Fue época de mucha lucha por derechos. Para alivianar la crisis, comisionó a tres notables la redacción de puntos para una nueva Constitución.
En mayo resultaron electos 20 empresarios. Educadores, periodistas, abogados. Estelares como Diógenes de la Rosa, Gumersinda Paez, Ester Neira. Alfaro y Gil Blas Tejeira animaron el proceso desde su opinión en diarios. Voluntades muy buenas. Lo primero que los diputados hicieron fue nombrar a Enrique Jiménez en el poder ejecutivo, defenestrando a De La Guardia. Jiménez mandó hasta el 48. 2 experiencias le ayudaron: había sido secretario de Porras y embajador en EUA. En el 47, quedó contra la pared al ser rechazado el tratado de bases, que él aupó. Terminada la guerra, EUA pretendía preservar los puestos militares que le había autorizado De La Guardia. Adicionales a los establecidos en la Zona del Canal.
El autor es docente, periodista y filólogo