Los herederos de Manuel Hurtado nos regalan lección de democracia, cuando están bajas las defensas morales de la Patria, aunque las físicas están pasables, con tanta dosis de vacunas anticovid. Hurtado se educó en París de ingeniero, pero, de regreso, plantó las bases de nuestra educación, hoy con tufo de aquella establecida durante la Revolución Industrial. Para nada en sintonía con los imperativos de esta época.
A falta de un liderazgo cierto, con un puñado de buitres hambrientos de dinero público y envalentonados por la ley de la impunidad dominante, los educadores de Panamá se las ingenian para ofrecer en la calle la clase de democracia, tan pertinente y crucial, al son de aquel género patrio que exhibió por la América Silvia De Grasse, la reina de la tamborera. Y atraen a mucho parroquiano rural y urbano, a los compatriotas originarios, productores, a obreros de la construcción y hasta a los lancheros de la capital bocatoreña, donde Cristóbal Colón merodeó hace 520 años.
Que a aquellos educadores que no han faltado a las protestas se les otorgue un pergamino de servicios a la Patria y de defensa de ella ante el lodazal de la corrupción. Y a Cortizo, que sigue siendo el jefe de Estado –que no se le ocurra renunciar–: no confundir jeringa con pitongo, ni causa con síntoma. La causa es el estercolero en el que nos ha sumido la corrupción y la nula acción contra esos buitres, del sector público y privado. ¿No puede sostenerse en el poder si no se oxigena al buitre oficial con recurso estatal (mucho de crédito externo, en tres años por 18 mil millones de dólares) y también al financiador de campaña, como el beneficiario de la ley dizque turística? Ley que costará al erario 2 mil millones. El subsidio emergente para frenar el alza del combustible por seis meses, hasta diciembre, será de mil millones.
Solo sobresalen dos países en esta época (de los varios en que se divide). El del poder político y el de los demás. No obstante las restricciones por la pandemia, el del primer país ha violentado los decretos propios y se ha dado la gran vida en el periodo de vacas flacas. El Macallan de 18 años es solo una representación de la fiesta de unos, mientras que en el otro país persiste hambruna, carestía, desempleo, tristeza y enfermedad.
Las metidas de mano en la Lotería Nacional causan risa a los supuestos implicados y aún esperamos los informes de los gastos oficiales. Es tan grande la lista que hasta ya salió de la farándula la singular venta de vacunas anticovid. El juegavivo y la ley de impunidad se abrigan en el arqueo sistemático del debido proceso para encubrir la fetidez. Adicionemos el blindaje permanente: cuando estemos bajo tierra sabremos de los acuerdos de recámara palaciega del Consejo de Gabinete o de andanzas de equis diputados.
Se esfumaron los controles y equilibrio de poder. No se ejerce la institucionalidad, que se remonta al periodo monárquico. Repasa el papel hoy del sistema de justicia y de órganos de contrapeso. Ayúdame, Calderón.
Se busca nutricionistas. En la lista de 10 productos con precio congelado, que Cortizo anunció, con bombos y platillos, solo la lenteja es saludable. Lo demás es chatarra y enfermable.
En el Palacio Legislativo, los diputados comen, patrocinado por el dinero público, claro, alimentos costosos, de nutrición dudosa y engordables.
