‘Dios salve al rey’ Carlos III

‘Dios salve al rey’ Carlos III
Carlos y Camila saludan desde el balcón del Palacio de Buckingham, tradición que se remonta a 1851. EFE


Carlos III y su esposa, Camila, fueron coronados ayer sábado reyes del Reino Unido en la Abadía de Westminster, en el corazón de Londres, en una solemne y emotiva ceremonia que es tuvo presidida por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de la iglesia de Inglaterra. Con toda la tradición medieval reservada para la ocasión, Carlos III, de 74 años, fue coronado para marcar de manera simbólica su reinado, que comenzó, de iure y de facto, el 8 de septiembre de 2022, a la muerte de su madre, la reina Isabel II.

Esta es la primera vez en 70 años que el Reino Unido es testigo de la coronación de un jefe de Estado, para la que se utilizaron insignias reales y la corona de San Eduardo, del siglo XVII, de un peso que supera los dos kilos y ataviada con piedras preciosas.

Viaje en carroza

El espectáculo de la coronación, que duró más de dos horas, comenzó a las 10.20 hora local (09.20 GMT), cuando los reyes partieron del palacio de Buckingham rumbo a la abadía en la carroza “Diamond Jubilee”, una de las más modernas de la familia real, tirada por seis caballos blancos y escoltada por la guardia real, con sus coloridos trajes rojos y bombines negros.

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Los reyes partieron del palacio de Buckingham en la carroza 'Diamond Jubilee', una de las más modernas de la familia real. EFE

Miles de personas, ubicadas detrás de las barreras de seguridad en las calles por donde pasó la procesión real, gritaron y agitaron banderas británicas mientras la carroza hacía el recorrido. Además de los más monárquicos, hubo una protesta por parte de grupos contrarios a la coronación, que portaron pancartas con el título de “Este no es mi rey” y camisetas amarillas. La Policía informó de más de 50 detenciones.

Puntualidad británica

Con puntualidad británica, el servicio litúrgico comenzó a las 11.00 hora local (10.00 GMT), en presencia de miles de invitados, entre ellos los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y representantes religiosos y de los países con los que el Reino Unido mantiene plenas relaciones diplomáticas.

La ceremonia transcurrió con música especialmente seleccionada por el monarca y dirigida por Antonio Pappano, el reputado director musical de la Royal Opera House de Londres.

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Uno de los primeros en llegar a la Abadía de Westminster fue el príncipe Enrique (C), hijo de Carlos, quien renunció a sus deberes reales el 8 de enero de 2020. EFE

Antes del momento culminante de la coronación, Carlos III fue ungido con aceite consagrado por el arzobispo de Canterbury, el rito religioso más solemne de la liturgia, que requería que el monarca estuviera temporalmente oculto a la congregación. El soberano quedó velado por un panel de tela bordada con motivos de ángeles y un árbol con 56 hojas que representan a cada uno de los países de la Mancomunidad Británica de Naciones.

Carlos estuvo sentado en la silla de roble de San Eduardo, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido y colocado sobre un piso de mosaico medieval, para la ceremonia de la coronación. Ataviado con una capa dorada, a Carlos III se le entregaron las distintas insignias reales, que simbolizan sus responsabilidades como el jefe de Estado hasta el día de su muerte. Así, el rey recibió el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca, así como un guante blanco símbolo de poder.

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El servicio litúrgico empezó puntual a las 11:00 a.m., hora de Londres. EFE

Coronación

Después, en el momento más importante, el arzobispo colocó sobre la cabeza del rey la corona de San Eduardo y gritó “Dios salve al Rey” mientras se escuchó el sonido de trompetas y se disparaban cañonazos desde distintos puntos del país, entre ellos de la Torre de Londres. Luego fue el turno del príncipe Guillermo, heredero de la corona, que besó a su padre en la mejilla.

A la salida de la abadía, Carlos III, que llevaba ya otra corona, la imperial, y Camila fueron llevados el palacio de Buckingham en la carroza dorada de Estado, construida en 1762, escoltados por unos 4,000 miembros de las fuerzas armadas, en un imponente desfile, que estuvo acompañado por el sonido de tambores. Una vez en palacio, en los jardines, el rey recibió el saludo de los miembros de los distintos regimientos, para remarcar el fuerte vínculo entre monarquía y fuerzas armadas.

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Carlos recibió el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano y el cetro de la paloma, símbolo del papel espiritual del monarca. EFE

El acto final fue la salida al balcón del palacio de los reyes, con los niños que hicieron de pajes y miembros de la familia real que trabajan para la Casa Real, como los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina; los duques de Edimburgo, Eduardo y Sofía, y la princesa Ana, hermana del monarca. No estuvo presente el hijo menor del soberano, Enrique, apartado de las funciones oficiales de la realeza.

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Carlos y Camila, acompañados de algunos miembros de la familia real británica, saludan desde el balcón del Palacio de Buckingham. Se notó la ausencia de los príncipes Enrique y Andrés, hijo y hermano, respectivamente, del recién coronado monarca. EFE

Tampoco ha aparecido en el balcón el príncipe Andrés, hermano de Carlos III, a quien también se apartó de la familia real por sus escándalos sexuales relacionados con el empresario Jeffrey Epstein. Sobre las cabezas de los presentes sobrevolaron aviones y helicópteros de las Fuerzas Armadas británicas, aunque la exhibición aérea debió ser recortada por las malas condiciones climatológicas en Londres.

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Una procesión militar acompañó a los reyes de Gran Bretaña de regreso al Palacio de Buckingham. EFE

Una de las pocas incógnitas en una ceremonia tan pautada y previsible como la coronación era precisamente saber quiénes comparecerían en el balcón del céntrico palacio londinense. Y el misterio se resolvió poco después de las 13.30 GMT, cuando las familias de Carlos y de Camila salieron a saludar a las miles de personas congregadas con la sobresaliente ausencia de Enrique, quien sí acudió a la Abadía de Westminster. Según el Daily Mail, partió directamente del templo al aeropuerto de Heathrow nada más acabar el servicio religioso rumbo a Estados Unidos, para reunirse con su esposa e hijos.

Audiencia mundial

La coronación del rey Carlos III y la reina Camila atrajo la atención de audiencias de todo el mundo, pero también consiguió acercar a Londres a un buen número de jefes de Estado para demostrar que la monarquía sigue siendo uno de los grandes activos del Reino Unido.

Por primera vez, los miembros de la realeza de otros países participaron en la coronación de un monarca británico, con una nutrida representación encabezada por los reyes de España, Felipe VI y Letizia. Los reyes españoles, que llegaron el viernes para participar en la recepción que ofreció Carlos III al casi centenar de jefes de Estado que acudieron a Londres por los fastos, salieron de la residencia del embajador español en torno a las 8.45 GMT.

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Los reyes de España, Letizia y Felipe, destacaron con su vestido Valentino y el uniforme de capitán general de los Ejércitos. EFE

Bajo la intensa lluvia que sacudió la capital británica a lo largo del sábado, la reina Letizia llevaba un vestido rosa intenso y sombrero, y el rey Felipe lucía el uniforme de capitán general de los Ejércitos. Los reyes de España llegaron a la Abadía de Westminster al mismo tiempo que otros representantes de casas reales, minutos antes de que Carlos III y Camila abandonaran el Palacio de Buckingham en solemne procesión hacia el templo anglicano.

Felipe VI y Letizia permanecieron unas 24 horas en la capital británica, pues el jefe de Estado prevé asistir en la noche del sábado a la final de la Copa del Rey de fútbol en la ciudad española de Sevilla entre Osasuna y el Real Madrid.

La estrecha relación entre ambas casas reales ya quedó de manifiesto cuando Felipe y Carlos se vieron en Londres el pasado 21 de noviembre en un encuentro privado en Clarence House, la residencia oficial del monarca británico.

Tradición contra modernidad

La tradición secular de Inglaterra y el Reino Unido dicta que la coronación es una ceremonia sagrada entre el monarca y su pueblo, en presencia de Dios. Sin embargo, al margen de la presencia multiconfesional en la ceremonia, con representantes de las mayores religiones del país, Carlos III ha querido adaptarse a los tiempos y rodearse de otros soberanos venidos desde todas las partes del planeta.

Además de Felipe y Letizia, acudieron a la cita los reyes Abdalá y Rania de Jordania, los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco, Guillermo Alejandro y Máxima de Países Bajos, o el emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani.

La presencia de líderes mundiales no se redujo solo al mundo de la realeza. No faltaron figuras cercanas al actual soberano, como el presidente francés, Emmanuel Macron, o el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

La Unión Europea envió, de forma poco habitual, a sus tres cabezas más representativas: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola.

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El rey de Jordania, Abdullah II bin Al-Hussein y su esposa, la reina Rania Al Abdullah, llegan a la Abadía de Westminster. EFE

Desde América, el único jefe de Estado presente, al margen del citado Trudeau, fue el presidente de Brasil, Luiz Inacio “Lula” da Silva.

Otros países más cercanos al Reino Unido como Irlanda o Polonia, estuvieron representados por sus presidentes, Michael Higgins y Andrzej Duda, mientras que los Estados de la Commonwealth (Comunidad de Naciones, compuesta por las antiguas colonias de Londres), gozaron del trato deferente que les es reservado por la monarquía británica.

El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, encabezó la delegación que, en representación del papa Francisco. Se trata de la primera delegación papal en una ceremonia de coronación de la monarquía británica desde la época de la Reforma hace 500 años.

Según informa el diario británico The Tablet, Parolin estará acompañado por el recién nombrado nuncio apostólico en Gran Bretaña, el arzobispo Miguel Maury Buendía. Ambos estarán sentados dentro de la Abadía de Westminster, lo que supone una novedad.

De hecho, durante la coronación de la reina Isabel II, en 1953, los representantes papales permanecieron fuera de la Abadía de Westminster debido a las normas que prohibían entonces expresamente a los católicos asistir a servicios no católicos, aunque presenciaron la procesión de entrada y salida del edificio eclesiástico.

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Luiz Inácio da Silva fue el único presidente de América Latina presente en la coronación. Lo acompañó su esposa Rosângela Lula da Silva. Tomada de @janjalula

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