Tres regiones de Panamá han sido incorporadas entre los Sitios de Anfibios Amenazados (TALs, por sus siglas en inglés), por la Segunda Evaluación Global de Anfibios (GAA-2) realizada recientemente para la Autoridad de la Lista Roja de Anfibios (ARLA) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El análisis evaluó el riesgo de extinción de más de 8,000 especies de anfibios de todo el planeta e identificó 50 TALs en el mundo que son de crítica importancia para la conservación porque cuentan con el 71% de todos los anfibios amenazados. Entre ellos se encuentran las tierras altas de Panamá, Panamá Central y el Chocó-Darién.
Este esfuerzo global contó con datos y conocimientos de más de mil expertos en todo el mundo, dentro de los cuales se encuentran científicos panameños. Sus resultados, reportados en un artículo en la revista Nature el 4 de octubre pasado, revelaron que dos de cada cinco anfibios en el mundo están amenazados de extinción. Entre los autores de este artículo se encuentran el director del proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá (PARC), Roberto Ibáñez, y Ángel Sousa-Bartuano, de la Universidad de Panamá.
La Primera Evaluación Global de Anfibios (GAA-1) se realizó en 2004 y, desde entonces, al menos cuatro especies de anfibios se han extinto, incluyendo la rana arlequín de Chiriquí (Atelopus chiriquiensis) que habitaba en las tierras altas entre Costa Rica y la región occidental de Panamá.
La GAA-2 reveló que la destrucción y degradación de los hábitats figura como la más grande amenaza a los anfibios a nivel mundial, afectando a la mayoría de las especies amenazadas. En Panamá, la enfermedad causada por el hongo quítrido se mantiene como el principal factor de riesgo para los anfibios; sin embargo, las afectaciones a su hábitat tienen un impacto importante.
“Ya que, al reducir las áreas en donde éstos se distribuyen, también se reducen las posibilidades donde puedan existir poblaciones remanentes de las especies afectadas por el hongo”, explicó Ibáñez. “Además, se disminuyen y fragmentan los hábitats que utilizan otras especies de anfibios”.
Según la GAA-2, existen 11 especies amenazadas en Panamá Central, en su mayoría por causa de la enfermedad y la pérdida de su hábitat. En el caso del Chocó-Darién, se identificaron 81 especies amenazadas, en gran medida por la pérdida de su hábitat, seguido por la enfermedad y el cambio climático. En cuanto a los anfibios de las tierras altas, 76 especies se encuentran amenazadas, principalmente por la pérdida del hábitat, seguido de la enfermedad. Sin embargo, estas zonas del país son las que tienen el mayor porcentaje de anfibios amenazados por el cambio climático, con un 17%.
Aunque es un valor relativamente bajo, en comparación con TALs como Puerto Rico o Jamaica donde el 100% de anfibios se encuentran bajo amenaza por el cambio climático, esto podría deberse a que en Panamá no es tan sencillo separar el efecto del cambio climático del causado por el resto de las amenazas.
“Si las poblaciones de varias especies declinaron previamente y si la enfermedad aún las mantiene en números bajos, esto hace difícil determinar si existe un efecto del cambio climático y si esta amenaza es importante para los anfibios de Panamá”, dijo Ibáñez. “No obstante, los efectos del cambio climático podrían impactar aún más a estas poblaciones, también afectar a las poblaciones de otras especies de anfibios en el país”.
En el futuro, este factor podría tener un mayor impacto en el país, ya que la GAA-2 reveló que a nivel global contribuyó al 39% de los deterioros en el estatus de anfibios en la Lista Roja de la UICN desde 2004.
“Se espera que las especies que se vean más afectadas sean aquellas que se encuentran exclusivamente en las tierras altas del país. También aquellas que viven en zonas húmedas, las cuales se verán afectadas al tornarse más áridas por cambios en la precipitación”, dijo Ibáñez.
A pesar de las crecientes amenazas identificadas en el análisis, no todos los hallazgos fueron negativos. Unas 120 especies mejoraron su estatus en la Lista Roja de la UICN desde 1980, y más de la mitad de ellas lo lograron por medio de acciones de conservación dirigidas a la protección y gestión de su hábitat. Por ejemplo, la especie Peltophryne lemur de Puerto Rico, pasó de estar En Peligro Crítico en 2004 a estar En Peligro en 2020, gracias a un programa de reproducción en cautiverio y reintroducción a su hábitat, un esfuerzo similar al que realiza el Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios (PARC) en Panamá con doce especies de ranas altamente susceptibles a la extinción.
“Estos documentos no solo son un llamado a la acción, sino también un recordatorio de nuestra responsabilidad como seres humanos de preservar y proteger la biodiversidad en todas sus formas”, dijo Gina Della Togna, investigadora asociada de STRI, directora ejecutiva de The Amphibian Survival Alliance y una de las científicas panameñas que aportó al GAA-2. “Son una guía invaluable para la toma de decisiones y políticas nacionales e internacionales que impactarán directamente en el futuro de los anfibios y de nuestro planeta”.
En el caso de los TALs, como los tres sitios identificados en Panamá, la recomendación va más allá de asegurar la protección de estos hábitats. Se hace un llamado a integrar soluciones adicionales, como la gestión, la restauración y la reconstrucción del hábitat, así como el manejo de enfermedades, la cría en cautiverio y la reintroducción de especies, el control de especies invasoras, las restricciones al comercio de vida silvestre y estrategias para la mitigación del cambio climático.
“Hoy, más que nunca, debemos unirnos en un esfuerzo global para salvaguardar a estas especies amenazadas”, dijo Della Togna. “Tenemos el poder de marcar la diferencia y asegurar un futuro sostenible para todos. Que estos documentos sean un faro de esperanza y una inspiración para todos aquellos que luchan incansablemente por la conservación de los anfibios y la protección de nuestro preciado entorno natural”.
Además de Roberto Ibáñez, Ángel Sousa-Bartuano y Gina Della Togna, otros científicos nacionales como Abel Batista, Jorge Guerrel, César Jaramillo, Daniel Medina, Luis Elizondo, Orlando Garcés, Marcos Ponce y Michelle Quiroz contribuyeron con su experiencia y datos al GAA-2.