Tenemos aproximadamente 100 fincas de café de especialidad en Panamá. De ese grupo de productores orgullosos y dedicados, hay solo un pequeño racimo donde podemos dormir con el cafetal.
Uno de esos espacios es aquí donde me levanto con una taza de café Caturra lavado, cosechado a metros de distancia de mi ventana y procesado a otros metros más, mientras me acompañan pajaritos que escucho muy cerca, pero que la hermosa niebla de madrugada no me permite observar. Estoy a 1,500 metros sobre el nivel del mar, separado veinte minutos en automóvil del centro de Boquete, en Volcancito, en Finca Panda. Una finca de 10 hectáreas que recibió su nombre por dueños anteriores que pusieron su esperanza de lluvia durante una sequía en el significado de buena suerte que tiene el animal que pasa 12 horas al día comiendo: el oso Panda.
Los actuales líderes de este proyecto que desarrolló ‘’luxury casitas’' con madera sostenible de árboles de Níspero de Bocas del Toro, con cafetos de más de 25 años que se han sido replantados para mejor producción, son el estadounidense David Smith y su esposa de Potrerillos, David, Toly Pinzón. David es de Detroit y llama a Panamá su casa desde hace diez años. Llegó a Boquete luego de una previa experiencia de hospitalidad con un pequeño hotel ecológico en Bocas del Toro y Toly es diseñadora botánica con su empresa Terra Element la cual cohabita con la finca, con un invernadero hermoso donde puedes tomar clases y hacer tus propias micro junglas. En sus propias palabras: ‘’Terra Element Studio es un lugar amorosamente diseñado para entrar en conexión con la naturaleza y explotar la creatividad’'.
Hoy en día, familias viajeras como la mía, buscamos experiencias que llamo ‘’juntos pero no revueltos’'; ese servicio dedicado pero no invasivo. Tengo mi espacio y hago lo que quiero y si necesito algo extra, escribo o lo pido. Ese servicio que te permite apropiarte del entorno que te rodea y respirar la esencia. Esa esencia que es la que te conecta con el café panameño, luego enamora y te deja queriendo volver.
Actualmente tienen tres casitas disponibles con 2 cuartos, cocina completa, gran espacio común y terraza con jacuzzi y fogata. La ducha del cuarto principal tiene salida independiente a la terraza y mientras te bañas sientes que lo haces con los árboles que te rodean.
Tengo años pregonando que nuestros cafetales y las familias que tienen más de cien años trabajando el café en nuestro país son nuestros viñedos con sus conocidos ‘’Châteaus’'. Esos espacios grandiosos que te reciben y crean una experiencia turística con el detrás de cámaras de la producción. El turismo vinícola sigue siendo una tendencia que se ha mantenido creciendo durando muchos años y no podemos quedarnos atrás con nuestro café de especialidad. Es justo aquí donde toda la magia de nuestros microclimas imprimen al café todo lo que necesita para luego ser procesado y llegar a ser lo que es hoy en día.
La finca tiene un circuito de 2.5 kilómetros para recorrer, llena de cientos de árboles frutales que se intercalan en el sembradío de cafetos de las variedades Caturra, Catuai amarillo y el famoso Geisha. Ese café que el que pisa suelo panameño quiere conocer y cientos de miles de personas en el mundo entero quieren disfrutar para iniciar su día y maridar cualquier plato.
Nuestro café de especialidad panameño sigue rompiendo récords y viajando de artículo en artículo por todo el mundo con mucho poder, y son justamente lugares como este que pueden poner a todo mundo a viajar hacia el origen, que tenemos aquí en nuestras tierras altas. A respirar en vivo y saborear a todo color el cafetal con sus frutos rojos en época de cosecha, con flores blancas que huelen a jazmín en época de floración o durante la época lluviosa donde el sol juega a las escondidas con la neblina que se pasea al ritmo del cantar de los pajaritos.
Un café, a miles de kilómetros de distancia, puede brillar si su transportación, tueste y manejo por parte del barista es el correcto. En este caso, donde lo que habla es el mismo microclima que le impregna la vida inicial al café, el factor humano es esencial para que toda la experiencia tome fuerza, y por eso celebro con mucha fuerza, el trabajo que realizan nuestros productores todos los días.
Cierro mi día, ahora con una copa de vino en mano y ya pensando en el café que me tomaré el día siguiente.
¡Salud por nuestros destinos cafetaleros!