Por medio de su novela El Cuaderno de Timisoara, Germán de la Reza examina las razones detrás de la caída del régimen del dictador rumano Nicolae Ceaucescu en 1989, hecho que coincidencialmente ocurrió de forma simultánea a la caída de la dictadura militar en Panamá.
De La Reza –quien trabajaba como corresponsal del diario barcelonés La Vanguardia durante el derrumbe de la Cortina de Hierro– narra de manera novelesca los hechos que vivió mientras cubría la transición de Rumanía hacia la democracia, en aquellos momentos todavía incipiente.
El protagonista de esta historia es el corresponsal de un diario mexicano que logra burlar las fronteras de Rumanía para ser testigo de uno de los hechos más trascendentales de la historia mundial en la era contemporánea.
“Este libro busca dar voz a las distintas facetas y maneras de comprender lo que estaba pasando”, explicó De La Reza.
El autor –doctor en Economía Internacional por la Universidad de París y doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Toulouse– se vale de diferentes recursos literarios para proteger a algunas personas que estuvieron involucradas en la formación de la incipiente democracia de ese país.
Luego de presenciar el derribo del muro de Berlín –que dividía a la República Federal de Alemania de la República Democrática Alemana–, De la Reza supo sobre la llegada al gobierno en Checoeslovaquia del dramaturgo Václav Havel, un hecho que se inscribió después de la Revolución de Terciopelo de 1989 y que, a su juicio, era un signo adicional de los nuevos tiempos políticos que estaban por venir en el continente europeo.
“Estando ahí, me entero de la masacre de Timisoara en Rumanía y fui hasta la frontera entre Hungría y Rumanía. A los corresponsales que estábamos ahí, no nos dejaron entrar hasta que cayó Ceaucescu. Él cayó el 21 de diciembre. Yo guié a los que estábamos ahí, porque era el único que dominaba el rumano”, confió.
El 25 de diciembre, cuatro días después de la caída del régimen del dictador comunista –cuyo estilo monolítico lo diferenció del autoritarismo soviético– los rumanos vivieron un día de Navidad que quedaría plasmado para siempre en la historia: pudieron ver en televisión cómo Ceaucescu, quien blandía duramente su mano de hierro para aplastar cualquier tipo de oposición, era objeto de un juicio rápido por genocidio, corrupción y abuso de poder, y posteriormente fusilado junto con su esposa Elena.
La masacre de Timisoara precedió la caída de Ceaucescu y supuso un paradigma de la violencia y la represión de este con la disidencia, por lo que impulsó a la población para que se tomara las calles e iniciara la revolución democrática que acabaría con el mandato comunista, que comenzó en 1947 con Petru Groza, pasó por Gheorghe Gheorgiu-Dej hasta llegar al poder absoluto de Ceaucescu.
El régimen de Ceaucescu se caracterizó, entre otros aspectos, por infligir desasosiego a sus ciudadanos con la ayuda de la Securitate, la policía secreta fundada por la agencia NKVD, antecesora del servicio secreto soviético KGB, que corría el rumor de que los agentes del gobierno estaban por todas partes, que vigilaban tanto las acciones como las conversaciones de los ciudadanos, por lo que estaba prohibida cualquier discusión que se atreviera a estar en desacuerdo con régimen.
Cualquiera podía ser un agente de la Securitate, por lo que eran habituales los cambios abruptos de temas inconvenientes para ser manejados en las conversaciones sociales en público y en privado.
Precisamente, la Securitate intervino al equipo que buscaba crear una revista prodemocrática y dio al traste con ese proyecto, en el que De La Reza estaba trabajando y que le costó la estancia en Rumanía.
La información sobre el material destinado a dicha publicación fue utilizada para elaborar parte de la trama de El Cuaderno de Timisoara.
El mesianismo y el culto a la personalidad también eran características habituales del régimen de Ceaucescu.
El dictador rumano obtuvo dichas ideas después de visitar a su homólogo norcoreano Kim Il-Sung en mayo de 1978.
Desde entonces, su rostro empezó a ser imagen frecuente en las estampillas de correo, en la televisión rumana y hasta en las letras de las canciones que entonaban los estudiantes de los colegios.
Todo era parte de una propaganda que buscaba la obediencia ciega de los ciudadanos al régimen, propaganda que también contemplaba la celebración del cumpleaños de Ceaucescu por todo lo alto.
Todo ello, en un panorama marcado por la escasez y el racionamiento continuo de productos durante los años de la década de 1980 –comparable con el Período Especial de los años 1990 en Cuba–, ya que Ceaucescu decidió exportar la totalidad de su producción agrícola a los países de la Comunidad Económica Europea, con el fin de aliviar la crisis de la deuda externa del país.
“El día a día de los rumanos era casi imposible de llevar y Ceaucescu decidió seguir con la aplicación de la austeridad absoluta, a pesar de que el país ya había pagado la deuda. Las condiciones de vida de los rumanos y la pobreza en la que vivían eran insostenibles”, acotó De La Reza.
Una vez caído el régimen, el camino hacia la democracia se hizo empinado, ya que, entre otras cosas, la tendencia del totalitarismo en la sociedad se convirtió en algo más difícil de erradicar.
Para De La Reza, la razón que lo llevó a publicar esta novela histórica guarda relación con la coyuntura actual, en la que, precisamente, los países de la región se muestran vulnerables ante los discursos atractivos de políticos que buscan instalar tendencias autoritarias en sus gobiernos, destruyendo con ello la alternancia del poder y las instituciones democráticas, así como la pluralidad, característica esencial de toda sociedad democrática y libre.


