Bien se dice que una imagen vale más que mil palabras. La película El Fotógrafo de Minamata es un fiel reflejo de esa frase, ya que las imágenes que realizó W. Eugene Smith (Johnny Depp) para la revista Life en junio de 1972, documentaron los efectos devastadores que sufrió la población de esta localidad japonesa de la prefectura de Kumamoto, tras consumir agua contaminada con mercurio —el elemento químico se alojó en sus cuerpos— lo que les causó un sinnúmero de problemas de salud, entre ellos parálisis cerebral, que los conducían a una muerte dolorosa y silenciosa.
Una historia bien contada y bien documentada puede hacer una gran diferencia, desde realizar los cambios que a nivel político y social se requieren para remediar una situación adversa, hasta dejar una huella significativa no solo en los lectores de una noticia sino también en aquellos que se depositan su confianza en un periodista para que haga conocer sus problemas o para aumentar la conciencia social ante un tema tan grave como es el desmejoramiento de la calidad de vida de un grupo de familias.
La historia contada en el filme de Andrew Levitas es una evidencia audiovisual de hasta qué punto el periodismo puede ser influyente al desnudar la realidad, tal como lo demuestran también películas como Spotlight (2015) de Tom McCarthy y The Post (2017) de Steven Spielberg.
Smith al principio se manifestó reacio a cubrir la historia, producto de una personalidad compleja y difícil debido al contexto familiar por el que atravesaba: sus cinco hijos no lo querían ver ni en pintura y estaba a instantes de ser desalojado de su apartamento por falta de pago del alquiler.
En ese momento, Aileen Mioko (Minami) se le acerca a contarle lo que está pasando en Minamata. Si bien al principio ella recibe una negativa por parte del fotógrafo, él eventualmente accede, ya que a lo largo de la historia se va desarrollando una química intensa que luego termina en una relación amorosa.
Al desembarcar en Minamata, logra conectar progresivamente con los habitantes estableciendo un vínculo que servirá como aliciente para seguir investigando la responsabilidad de la compañía Chisso en el envenenamiento con mercurio del agua de la que dependen los habitantes de Minamata para sus labores diarias.
La compañía, con ingentes recursos para manipular al protagonista de esta cinta, trata de quebrar la voluntad de Smith ofreciéndole un soborno. Él no se doblega y persiste en retratar la situación a pesar de las numerosas emboscadas y ataques personales que vendrían después para evitar que la historia saliera a la luz.
La publicación del reportaje en la revista Life evidenció una realidad que no podía seguir oculta. El reportaje no solo narró el desastre que se estaba produciendo sino sino que se cimentó en testimonios que ilustraban la frustración de una comunidad que veía cómo algunos de sus habitantes agonizaban hasta la muerte.
Eventualmente, esta publicación convertiría a W. Eugene Smith en uno de los iconos del fotoperiodismo, mientras que Minamata lo recuerda como una persona que aportó significativamente a los residentes por desvelar el problema.
Las víctimas de la llamada enfermedad de Minamata todavía siguen esperando justicia.