El Mito de la Gravedad es una pieza teatral cuya trama devela la dramática historia de una pareja de mujeres que cría junta un hijo y el Estado se los arrebata tras las acusaciones formuladas por un funcionario y la directora del colegio al que asiste el niño.
La trama posee, además, una vertiente política, violenta y compleja que se enmarca dentro de una situación que, a la postre, termina lacerando de manera significativa la relación de pareja entre las protagonistas, que son encarnadas por Sandy Luz Correa y Alejandra Araúz, en una obra escrita y dirigida por Javier Stanziola y en la que además actúan Roberto Thomas-Díaz y Natalia Beluche.
La asistencia de dirección corre a cargo de Kharissa Newbill-Adames y las coreografías, por Marlyn Attie y Monalisa Arias.
La obra se presentará del 20 al 24 de julio en el Teatro Anita Villalaz; tiene el apoyo del Ministerio de Cultura y es a beneficio de la Coalición Internacional de Mujeres y Familias y la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia.
Stanziola resume que la obra radica en la iniciativa empedernida por parte de un funcionario de bienestar familiar quien busca utilizar el caso contra ellas como un paradigma para señalar que dos mujeres lesbianas no deberían adoptar niños. Con ese ímpetu, el funcionario construye un caso de supuesto maltrato por parte de la pareja hacia el menor, lo que ocasiona que el Estado finalmente les quite la custodia.
“Ellas tratan de recuperar a su hijo por todos los medios normales y comunes —ya sea por medio del mismo funcionario o las asociaciones— pero nadie las apoya y, al final, incluso cometen actos de violencia para que su hijo esté de vuelta con ellas”, detalla Stanziola, quien afirma que en la obra refleja las frustraciones y el día a día que enfrentan las familias homoparentales producto de la discriminación.
El autor escribe esta obra tomando como base su experiencia personal y las dificultades que experimentó con su pareja, con quien tiene un hijo, para realizar trámites importantes ante las instituciones del país así como problemas en términos de seguros de salud y disposición de herencias.
“Mi hijo ya tiene 16 años y todavía tenemos que explicarnos y justificarnos como familia”, mencionó Stanziola.
Los prejuicios llevan a las protagonistas de la obra a cuidar su apariencia ante los demás, no sólo por el temor al qué dirán sino a perder a su familia, en una historia que busca ser contada desde la perspectiva humana de los personajes y que así pueda calar en el público lo que eventualmente construiría una tensión entre ellas, que se empeora cuando les quitan a su hijo.
“Son mujeres muy humanas que, como todas las personas, tienen aciertos y desaciertos, y esa es la humanidad que se busca reflejar”, agregó.
La actriz Sandy Luz Correa interpreta a Alejandra y define la personalidad de ella como fuerte y decidida. “Esa fortaleza que ella tiene la lleva a tratar de mover hilos y contactos para resolver la situación que está atravesando pero llega a un punto en el que cae en la violencia. (...) Incluso en un momento ella se plantea irse del país pero no a huir de la situación sino a pelear la custodia de su hijo desde el exilio. Sin embargo, por toda la ayuda que le prometen sus contactos, ella decide quedarse y, entonces, a ella le quitan al niño”, reseñó.
Luz Correa se siente identificada con esta obra ya que atravesó la burocracia del proceso formulado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia para optar a ser una familia acogente siendo una mujer soltera. “La gente se puede esperar una historia de una pareja como cualquiera que no es perfecta y son personas imperfectas como todo el mundo que deberían tener los mismos derechos. Ellas están dispuestas a todo por recuperar a su hijo como lo estaría cualquier madre y padre”, expresó.
Alejandra Araúz, quien encarna a Karla, dijo que su personaje experimenta la pérdida de la custodia de su hijo con una gran tristeza, con un vacío difícil de llenar y vive con la zozobra de que el niño no esté bien cuidado, porque no saben donde está y, por otro lado, sufre la falta de afecto de Alejandra, producto de la sociedad que no las deja ser ellas mismas.
“El bienestar de Fernando es lo más importante para ella. Además, Karla tiene una personalidad que se basa en la concentración y que es realista sobre todo en el entorno en el que viven (...)”, dice Araúz. " Le dice a Alejandra: ‘Sé que quieres cambiar el mundo pero mientras intentamos hacerlo, nosotros perdemos la oportunidad de ser felices con nuestro hijo’”, comentó.