La memoria colectiva del panameño guarda poemas que evocan el país, más como nación que como Estado: Patria, de Ricardo Miró; Canto a la bandera, de Gaspar Octavio Hernández; Visión de Panamá, de Demetrio Korsi; y Panamá defendida, de José Franco.
En las distintas visiones se parte de historias personales (“Oh mis vetustas torres queridas y lejanas”) y se va a una crítica de los problemas de la vida comunitaria (“Panamá la fácil. Panamá la abierta”) hasta introducirse en las etnias (“hercúleo marino de color de bronce”) y en el fervor patriótico (“¡Bandera de la patria! Sube... sube hasta perderte en el azul...”).
Panamá defendida va más allá. Es una crónica fundacional de la nación, que responde al llamado “destino manifiesto”. En cinco cantos y un epílogo presenta desde el choque entre los pueblos originarios y los europeos hasta una propuesta de nación donde la “Patria” (siempre enaltecida) se erige como un territorio de amor fraterno y solidaridad planetaria
Al inicio la voz defiende los linderos y contempla una geografía nacional donde también existen “…las pesarosas tumbas aborígenes…”. La antropología del Istmo se poetiza y se hace íntima: “flechas rupestres”, que modelaron el barro, / las hamacas / del viento forestal”. Franco narra momentos históricos en imágenes sensoriales arraigadas en la naturaleza, el encuentro de Panquiaco con Balboa y el subsecuente destino: “… fue agonía, / pérdida / dolorosa de la tarde “.
Se percibe ese origen genesíaco (“La patria es una perla / una conducta azul”). Sorprende esa misma clarividencia para comunicar el rol íntimo, pero crucial de Panamá en el destino geopolítico y económico del continente: “Siempre la patria fue / destino exacto / múltiple reflexión / y manifiesto” / Cual si de pronto / un río se desbordara/ por el pulmón de América”.
Posteriormente, se ensalza a los héroes de la independencia y es clave el reconocimiento identitario: ese sentido de apreciación de las costumbres ancestrales (“Te comparo, patria mía, con un joven indígena, con un joven maíz / fruto de tierra y sol / de lejanas canciones y de vientos”), así como la conexión cuasi genética con la tierra, o sea la madre, es decir, la patria.
Este poema fue un vaticinio de la lucha por la soberanía. De la gesta espiritual de Panamá como nación, Franco puntualiza el rol social de esa clase olvidada, cuya sujeción se impuso en el choque de culturas. Y no habla ya de colores de piel, sino de la dignidad humana per se: “Son los hombres fecundos / los humildes / los que nunca fueron Dioses / y fueron / tristes / y fueron contemporáneos / esclavos de los hombres”.
Es también un diálogo entre voz poética y la patria, donde la disonancia del vocabulario desnuda los intereses económicos más bajos. Se conecta con la experiencia de otros ámbitos del planeta, de otros tiempos, pero donde la gente es esencialmente parecida, sino igual: busca salir de la esclavitud, habitar un espacio libre y unido, alentar la esperanza…
De ahora en adelante, Panamá defendida se coloca en un plano temporal en contrapunto, desde el cual se puede revisar la historia pasada, entender la presente y vislumbrar los roles del futuro: uno donde quepan todas las etnias de la patria
José Franco ha partido, pero su ideal, sus luchas y propuestas permanecen. Debido a que trata temas eternos y preocupaciones esenciales a la condición humana en cualquier parte, Panamá defendida permite múltiples lecturas en distintas épocas y bajo culturas diferentes a la nuestra.
Hoy, desde Yellow Springs sentimos la enorme vitalidad y trascendencia de los versos de Panamá defendida tras 64 años de su escritura. Con sus manos clarividentes, el poeta atravesó las épocas de nuestra historia literaria y sociocultural para dejarnos una visión de libertad que guíe nuestra patria hacia una independencia real y socialmente inclusiva e integradora.
Los autores son docentes y escritores