Si bien tanto House of the Dragon (HotD) como su predecesora Game of Thrones (GoT), se centran en las luchas por el poder de las grandes casas nobles, en ambas producciones hay una fracción que hasta esta segunda temporada de HotD no había tenido mucho protagonismo: el pueblo.
Sí, la “gente común” había mostrado su presencia en distintas escenas de la serie, pero, siempre desde la perspectiva de un personaje ajeno a su real situación.
Un ejemplo lo tenemos en el episodio seis (The Old Gods and the New) de GoT, cuando el pueblo ataca al rey Joffrey Baratheon y su séquito, justo como sucedió en el reciente episodio de HotD titulado Smallfolk (que igualmente fue el sexto de la segunda temporada), pero, en esta ocasión fue la reina Alicent Hightower quien sufre la ira de la multitud. En ambos casos el pueblo se levanta a causa del hambre, con la diferencia que Joffrey aborda la situación gritándole a sus guardias: “¡Matenlos! ¡Matenlos a todos!”, mientras que Alicent ordena guardar las armas.
Aprovechando las comparaciones, debo decir que el director David Nutter en GoT hizo un mejor trabajo en cuanto a transmitir tensión, dimensión, desesperación y sensación de real peligro en los personajes, a diferencia de Andrij Parekh en HotD.

Ahora bien, en esta segunda temporada el pueblo ha tenido mayor protagonismo. Ya sea como tema de discusión en el consejo del rey, a causa de la creciente hambruna que enfrentan por el bloqueo mercantil que ha impuesto la flota Velaryon, o por personajes pertenecientes a la plebe que muestran su impotencia ante los asesinatos injustificados por parte de la realeza, la pérdida de sus seres queridos y el hambre, mientras en los castillos abunda la comida.
No hay que ser muy inquisitivo para saber que estos personajes, y el pueblo en general, tendrán aún mayor protagonismo en los futuros episodios. Estamos pues, ante una suerte de Revolución francesa (1789), pero con dragones.
Trayendo este hecho histórico a colación y viendo sus similitudes en cuanto a la posición del pueblo, sería bueno recordar que apenas un par de episodios atrás las masas gritaban: ¡Rhaenyra la cruel! Y ahora levantaban armas contra el bando de los verdes. Y es que esto no se debe tomar, como da a entender Mysaria, como un apoyo del pueblo hacia una facción, ya sean verdes o negros.
Ya lo había dicho Ser Jorah Mormont a Daenerys Targaryen: “El pueblo llano, cuando reza, pide lluvia, hijos sanos y un verano que no acabe jamás. No les importa que los grandes señores jueguen a su juego de tronos, mientras a ellos los dejen en paz. Pero nunca los dejan en paz”. Así, el pueblo se convierte en un tercer bando en esta disputa por el poder. Uno, que no solo comienza a revelarse, sino, que gracias a esta llamada Danza de dragones se está dando cuenta que tanto los Targaryen como sus dragones no son dioses y pueden sangrar… y todo lo que sangra, puede ser asesinado.
Este reciente episodio sin duda habló sobre la protección y el abandono. Tenemos el caso ya mencionado del pueblo y el abandono que sufre por parte la nobleza (Cualquier parecido entre la relación de Panamá y Colombia en los años de 1821 a 1903 es mera coincidencia), pero, entre los personajes también se presenta el mismo síntoma. Alicent habla con su hermano Gwayne, sobre su hijo Daeron, el cual ella no crió, y al parecer fue lo mejor que le pudo pasar al chico.
Lord Larys Strong parece generar empatía por el rey Aegon II debido a su situación actual y porque él mismo sabe lo que se siente que lo miren con lástima. Aunque claro, la empatía no debilita las ambiciones de Strong.
Mientras que Rhaenyra encuentra el apoyo que necesita en Mysaria. Sí, la escena del beso solo hace énfasis en la necesidad de Rhaenyra de aceptación de su reinado y capacidad de gobernar por parte de sus seguidores, su necesidad de afecto emocional al sentir que en realidad nunca lo tuvo por parte de su esposo. Y en mi opinión personal, la confirmación de que su amistad con Alicent fue un poco más allá.
Inclusive, la escena de Bruma cuando llega en busca de Addam, puede ser interpretada como reacción al abandono que sufrió el dragón por su antiguo jinete Laenor Velaryon, y que ahora busca la conexión con el medio hermano de este.
Aunque lento, las fichas en el ajedrez de HotD se mueven. Y por cada pieza caída aparece una nueva, al final, la guerra civil promete acabar con el reino entero.