El pasado viernes 16 de junio de 2023 moría en Kensington, California, un hombre de 92 años de edad que padecía cáncer de páncreas.
Su nombre era Daniel Ellsberg y probablemente para muchos de las generaciones más jóvenes era un venerable desconocido. Pero no. Ellsberg alguna vez llegó a ser llamado “el hombre más peligroso de Estados Unidos”.
No es para menos. Ellsberg, con sus revelaciones, ayudó a detener la Guerra de Vietnam y a marcar el declive del mismísimo Richard Nixon. Es más, se le deben algunas de las victorias judiciales más importantes de la historia en defensa de la transparencia gubernamental, la rendición de cuentas y las libertades de expresión y de prensa de Estados Unidos.
Economista graduado en Harvard y consultor del Pentágono, colaborador de la corporación RAND, se convirtió en activista antibélico y pro transparencia.
Vida y carrera
Daniel Ellsberg nació en Chicago, Illinois en 1931, hijo de padres judío ashkenazis convertidos a la fe de la Ciencia Cristiana, en cuyas creencias y valores creció.
Se graduó como economista en Harvard, en 1952 gracias a una beca. En 1954 ingresó al Cuerpo de Marines de Estados Unidos donde fue jefe de pelotón y comandante de compañía.
Cumplido su compromiso militar retornó a Harvard hasta 1959 cuando ingresó a la Corporación RAND como analista estratégico.
En 1962 obtuvo su doctorado en Harvard, con un trabajo sobre Teoría de las decisiones en donde expuso que las decisiones en condiciones de incertidumbre o ambigüedad no pueden ser compatibles con probabilidades subjetivas bien definidas, un planteamiento que fue conocido como la “Paradoja de Ellsberg”, una importante aportación teórica que ha sido objeto de estudio y discusión científica.
Papeles del Pentágono
Ellsberg entró a trabajar para el Pentágono en 1964. Allí terminaría formando parte del equipo al que el entonces secretario de Defensa, Robert McNamara, encargó en 1967 elaborar un informe sobre la guerra de Vietnam.
En dicho informe se revelaba que el Gobierno había engañado a la ciudadanía sobre la guerra de Vietnam y sabía que esta no podría ganarse.
El informe le planteó un conflicto moral a Ellesberg, quien se inclinaba por el pacifismo y quería evitar más derramamiento de sangre, en un momento en que la opsición popular a la guerra iba en aumento.
De esta forma comenzó a sacar de la oficina copias del documento de más de 7.000 páginas, que fue entregado al periodista Neil Sheehan del New York Times.
Luego de que el Times empezara a publicar los documentos, la Administración de Richard Nixon (1969-1974) consiguió una orden judicial para amordazar al periódico y frenar su difusión, por lo que Ellsberg comenzó a filtrarlos a otros medios de comunicación, como The Washington Post.
Nixon se comprometió a cazar al responsable de las filtraciones, pero solo hasta que el propio Ellsberg confesara públicamente se sabría de dónde habían venido. Se le acusó entonces de espionaje y conspiración, entre otros cargos.
Los periódicos lograron que el Tribunal Supremo les permitiera seguir con la publicación, una decisión considerada histórica para la libertad de prensa de Estados Unidos.
La justicia desestimó los casos contra Ellsberg porque se descubrió que el gobierno había empleado a sus “fontaneros” para espiar a testigos de la defensa y a médicos del propio Ellsberg.
En años recientes, Ellsberg respaldó el trabajo de personajes como Julian Assange y Chelsea Manning y las filtraciones de Wikileaks.
La muerte de Ellsberg ha coincidido con la acusación judicial del pasado jueves contra Jack Teixeira, el joven miembro de la Guardia Nacional que estuvo a cargo de la filtración de documentos del Pentágono sobre la guerra de Ucrania.
(Con información de EFE)
‘Los mandatarios casi siempre mienten’: Daniel Ellsberg
(Nota del editor: Reproducimos a continuación un extracto de la entrevista con Daniel Ellsberg que publicó para La Prensa Fernando Berguido el 14 de abril de 2011).
¿Por qué tantos funcionarios se quedan callados, convirtiéndose en cómplices?
Los seres humanos temen ser marginados del grupo al que pertenecen, convertirse en parias. Normalmente aguantan cualquier cosa y pagan cualquier precio antes de denunciar la verdad y ser considerados “traidores” por su grupo. A mí me sigue sorprendiendo cuánta gente sabe que se están cometiendo ilegalidades, y se queda callada.
Pero, ¿usted supo por años lo que pasaba y guardó silencio?
Yo me opuse por años a que los funcionarios “filtraran” información a los medios. Me tomó casi una década hablar, “filtrar” por primera vez información. Hoy sé que estaba equivocado. Gracias a la prensa detuvimos una masacre, salvamos muchas vidas. No podía seguir viviendo, sabiendo que estábamos en una guerra en la que nunca debimos participar.
¿Cómo estamos hoy en comparación a 40 años atrás?
El Estado tiene hoy a su alcance un control inmenso sobre la vida de los ciudadanos. La tecnología permite saber lo que hacemos y decimos de una manera nunca antes vista. Sin embargo, no es lo mismo en cuanto a la transparencia con la que se conducen los gobiernos.
¿Cómo quedamos inmersos en una guerra en Irak cuando tantos funcionarios sabían que se fabricó en base a engaños?
Se sabía que no había armas de destrucción masiva y que tampoco existían nexos entre Saddam Hussein y Osama bin Ladden.
¿Qué piensa del rol que juega la prensa en las democracias de hoy?
Actualmente la prensa es la mejor de todas las instituciones democráticas. Dicho eso, hacen un trabajo mediocre.
Luego de haber sido declarado “el hombre más peligroso” de su país, de enfrentar un juicio, y de las amenazas a su vida, ¿valió la pena?
Por supuesto que sí. Pero fue muy decepcionante al principio. Justo después de la publicación y a pesar de toda la controversia, ocurrió lo impensable: vinieron los mayores bombardeos de Vietnam. Nixon fue reelegido abrumadoramente. Y lo más cínico de todo es que Nixon y Kissinger [republicanos] se dieron cuenta de que, al final, los documentos le hacían más daño a los gobiernos que le precedieron. Kissinger terminó, él mismo, filtrando a la prensa documentos clasificados como secretos que afectaban la reputación de los gobiernos demócratas anteriores.
¿Cuánto se miente desde el poder?
“Casi siempre se miente. Darle a un mandatario el beneficio de la duda es un suicidio”.
Concluida la entrevista me habló de Panamá. “¿Y Noriega? " –me preguntó. “Está en una prisión en París, acaba de terminar una condena y debe volver a Panamá en cualquier momento”, le contesté. “Él tiene mucho que contar” –exclamó con una sonrisa. “Estoy esperando que nos hable sobre su relación con George Bush padre, con Cheney, con varios, él sabe mucho…”.