Gabo, una lectura obligatoria

El tema conmigo es que siempre estoy leyendo a Gabriel García Marquéz. Justo cuando pienso que ha sido suficiente viene una contradicción del destino y caigo en cuenta de que no, de que definitivamente es una tarea infinita.

Y entonces es necesario no solo leerlo, sino también estudiarlo. Su literatura es crucial para entender a Latinoamérica, la historia de los pueblos centro y sur americanos, la historia del caribe, desde el remoto caso específico de la abuela desalmada que prostituye a su nieta para obligarla a pagar su deuda, que viene a ser la historia de explotación de nuestros pueblos, hasta la universalidad cíclica de la vida, la repetición, la reiteración, el giro eterno.

Su maestría trasciende las fronteras históricas y filosóficas de la literatura, los dilemas morales griegos toman un tono caribeño y se adaptan al calor del trópico y al humor latino.

Me ha servido también para establecer un estilo, porque por la naturaleza del mundo en el que hemos nacido, nuestro microcosmos caribe, exige una forma particular de contar historias, y esa forma toma estructura en el realismo mágico.

Me ha ayudado también a entender mejor la vida y los sucesos que se han desarrollado durante mi existencia y la de mi estirpe: mi abuela por ejemplo, una mujer grande, de altura desproporcionada y de contextura imponente, capaz de dar a luz a sus cuatro hijas, una tras otra, en el piso de tierra de su cocina sin el más mínimo inconveniente médico, y que mientras paría les leía el futuro en la taza de café que volteaba boca abajo desde el día anterior, para saber si venían al mundo con buena o mala fortuna, y que partiendo de ahí definía sus crianzas. No es posible contar una anécdota tal como esa desde una perspectiva realista, o romántica. No tendría sentido.

Luego está la revalorización de lo rural: el nacimiento y el crecimiento de los centros urbanos desplaza el foco protagónico de la vida humana hacia las ciudades, la ciudad es el personaje principal, el pueblo como entorno de contenido pierde terreno literario.

En la obra de García Márquez se reivindica la vida y la práctica rural, espacios en donde se desatan historias y dilemas morales tan importantes como en la ciudad misma, esta última sinónimo de concentración de poder económico y social, los primeros menos valorados y estimados, a veces hasta despreciados.

Podemos seguir hablando sin parar, escribiendo observaciones sobre sus múltiples trabajos, que por supuesto nos conducirán sin duda a una misma conclusión absoluta: la lectura de García Márquez es obligatoria.

El autor es consultor de talentos.


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