‘House of the Dragon’: política y salud mental



Mucho se podría hablar sobre el final de la segunda temporada de House of the Dragon, pero lo que, a juicio personal, fue lo más relevante, es la reflexión (y trauma) de Ser Criston Cole sobre el uso de dragones en la batalla: “Los dragones bailan y los hombres son como polvo debajo de ellos”.

Hay que recordar que Cole o “Sir naranjitas” como lo conocen los fans, luego de la batalla Reposo del Grajo, redimensiona a la guerra que él, entre otros, tanto ansiaba y para la cual, obviamente, no estaba preparado. Cole es un caballero, sabe lo que es blandir, usar y ver morir a otro hombre por su espada, pero, el poder de destrucción de los dragones era algo que nunca había visto. La experiencia lo quebró.

Y es que los dragones son como las bombas atómicas de la fantasía. Bestias que aparecen en el cielo, teniendo la capacidad de destruir docenas de leguas en poco tiempo y todo ser vivo en ellas. Bajo este contexto Ser Cole se ha convertido en una suerte Claude R. Eatherly (1918 - 1978) o el llamado Piloto de Hiroshima, el cual si bien no estuvo a bordo del bombardero Enola Gay, que lanzó la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima (6 de agosto de 1945), sí participó en las misiones de apoyo para que esto sucediera y luego de ver la destrucción causada, Eatherly, dedicó su vida y cordura a tratar de advertir sobre el uso de las bombas nucleares y expiar su conciencia. Justo como mencionó Cole en el mismo episodio The Queen Who Ever Was:Morir será especie de alivio”.


‘House of the Dragon’: política y salud mental


Haciendo un poco de retrospectiva, la primera temporada se basó en la postura del rey Viserys Targaryen en mantener la paz. Primero, debía elegir entre sí convertir a su hija Rhaenyra Targaryen en su sucesora, a pesar de que la mitad del reino se oponía, o a su hermano Daemon, que era el esperado sucesor al ser varón, y luego su hijo Aegon.

Viserys que durante todo su reinado soportó que lo llamaran débil por no responder con violencia ante cualquier provocación, que eligió siempre el camino de la paz a su propio pesar de que “nunca escribirán canciones sobre sus victorias en batalla”, termina eligiendo a su hija Rhaenyra como sucesora, más allá del amor que le profesaba o la promesa hecha, por considerarla la adecuada sucesora para el peso que significa la corona.

En esta segunda temporada, es justo Rhaenyra quien hace hasta lo impensable con tal de evitar la guerra. Quizás tras el asesinato de su hijo Lucerys Velaryon, entiende que una batalla, sobre todo una entre dragones, terminará por arrebatarle a todos sus seres queridos y la mitad del reino se irá con ellos. Y es que la guerra, que al final de esta segunda temporada finalmente es inevitable, ya comenzó a romper a la mayoría de los personajes. Las pérdidas se cuentan con los dedos, pero, las consecuencias son inconmensurables.

‘House of the Dragon’: política y salud mental
La tercera entrega de 'House of the Dragon' podría estrenarse en 2026. Cortesía / Max
Política y salud mental

En el mundo del entretenimiento audiovisual pocas cosas son más discutidas que el final de Game of Thrones (2011 - 2019) y sobre todo el final de Daenerys Targaryen. La imagen de Daenerys montada sobre su dragón Drogon mientras escucha las campanas de la ciudad de Kings Landing rendirse, los pocos segundos de actuación que le toma a Emilia Clarke mostrar que algo dentro de Daenerys no está bien y no lo volverá a estar, y continuo, la destrucción de la ciudad bajo el fuego de dragón, en medio del sonido de gritos de cientos de hombres, mujeres y niños siendo quemados vivos.

Para algunos fans, la locura de Daenerys, o la Khaleesi, se trata de un mal guion, un giro insustentado, que poco tiene que ver con todo el desarrollo del personaje a lo largo de las ocho temporadas. Mientras que otros, vemos lo contrario.

Dentro del universo de Canción de hielo y fuego, novelas del escritor George RR Martin en las que se basan ambas series, hay un dicho muy popular: “Cada vez que nace un nuevo Targaryen los dioses lanzan una moneda y el mundo sostiene la respiración. Un lado es grandeza y el otro es demencia”.

Esto viene debido a que a lo largo de las generaciones la locura ha sido una constante dentro de la familia real. Si bien, en House of the Dragon el público solo se puede decidir por un bando (negros o verdes) pero al fin y al cabo la elección es un Targaryen, en Game of Thrones los candidatos al trono eran varios. Aunque tras cada temporada los postulantes “caían como moscas”. Sin embargo, Daenerys siempre fue la gran favorita. A pesar de que analizando fríamente sí muestra ciertos rasgos a analizar. Propicia y ve morir a su hermano, incluso casi que recriminando que él no era un “verdadero dragón”. (Aunque para ser justos, no es que Viserys haya hecho mucho por ganarse el amor de su hermana). También se deja guiar por sus visiones, que en la vida real la gran mayoría llamaría locura, pero para ella, y nosotros como público, llamaba: “su destino a cumplir”.

Ahora bien, regresando a los hechos sucedidos en la toma de Kings Landing, el público que recrimina el final, habla que no se mostró suficiente desarrollo sobre la caída en la salud mental de Daenerys. Pero, olvidan que muchas enfermedades mentales no muestran grandes síntomas a simple vista. Parece que se nos ha convencido de que la salud mental es sinónimo de locura y la locura siempre se manifiesta con alguien usando una camisa de fuerza. Que la depresión sí o sí se refleja con lágrimas y una nube negra sobre quien la padece, o que la manía viene de la mano de comportamientos erráticos. Incluso familiares o compañeros de trabajo, que se relacionan día a día con una persona, son incapaces de detectar si alguien de su entorno sufre de algún tipo de enfermedad mental. Y eso la octava temporada sí lo muestra.

Se nos muestra a una Daenerys distante, poco sonriente, que pierde el apetito y el cuidado personal. Es una persona que, a pesar de continuar en batalla la muerte de sus seres queridos, la ha derrotado, justo como teme Rhaenyra. Y al final, ¿qué se necesita para un brote psicótico? Entre algunos causantes está la predisposición genética y la exposición a gran cantidad de estrés. Y si a eso le sumamos que quien lo padece tiene un dragón… o llevándolo al mundo real, posee acceso a armamento nuclear.

‘House of the Dragon’: política y salud mental
Como es de esperar, los dragones son parte fundamental de la trama de 'House of the Dragon', pero, sin olvidar que son sus jinetes los que llevan las riendas. Cortesía / Max
‘Los locos somos más’

Hace un par de años, un candidato presidencial de Panamá utilizó un ataque que le hizo una contendiente sobre su supuesta bipolaridad, y por ende “locura”, a su favor. Creó toda una campaña de propaganda bajo el lema: ‘los locos somos más’. Y la pregunta es: ¿Qué tanto nos preocupa realmente la salud mental de nuestros gobernantes? ¿Es uno de nuestros cuestionamientos a la hora de elegirlos? En el caso de Panamá, las repercusiones recaerían con fuerza en el istmo. Sociales, económicas, etc. Pero, ¿qué sucede con aquellos países que poseen gran armamento bélico? Son sus gobernantes elegidos (en aquellos países en que sus ciudadanos pueden votar) tomando en cuenta su salud mental o el cuidado de la salud mental en sus gobernantes, a razón de las consecuencias catastróficas que sus decisiones puedan tener en el mundo.

Porque si algo nos ha recordado House of the Dragon y Game of Thrones, es que los héroes pueden convertirse en villanos, que la popularidad de un personaje no lo convierte en un salvador y que la política y la salud mental, deben ir de la mano.


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