Recién llegado a Chile en época invernal con las montañas nevadas, asomándose a la ciudad de Santiago, fundada por el extremeño Pedro de Valdivia, nada más instalarme en el hotel decidí que la primera visita tendría que ser a la Universidad de Chile, creada por Andrés Bello en 1842, con el lema “Donde todas las verdades se tocan”. En ese entonces solamente había leído su obra sobre las relaciones internacionales. Conocía poco sobre su vida, salvo que había sido por corto tiempo maestro de Simón Bolívar, en ausencia de una ausencia de Simón Rodríguez, maestro del futuro libertador. Bello destacó desde su adolescencia al traducir el Libro V de la Eneida, de Virgilio.
En 1810, viajó con Simón Bolívar y Luis López Méndez a Inglaterra, con el propósito de obtener apoyos para la independencia de Venezuela. Permaneció 19 años en ese país, donde seguramente enriqueció sus conocimientos en la Biblioteca Británica. En 1829, fue contratado por el gobierno chileno para desempeñar el cargo de oficial mayor en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En el país sureño, desarrolló su prolífica vida intelectual. Fundó la Universidad de Chile, que hoy cuenta con 44 mil estudiantes, 20 mil menos que la Universidad de Panamá.
Las obras de Andrés Bello están contenidas en veintiséis tomos, siendo a mi juicio las más relevantes su Código Civil, los Principios del Derecho de Gentes, primer tratado de derecho internacional publicado en la América hispana y su famosa Gramática, editada en 1847, para uso de los americanos. El gran valor de esa Gramática deriva de la importancia que el autor le atribuyó a la normatividad del lenguaje con el fin de que las variaciones del idioma español hablado y escrito en tierras americanas no produjesen una fragmentación lingüística parecida a la ocurrida con las lenguas neolatinas en los pueblos de parte de Europa. En esa famosa gramática, la primera escrita por un americano, se mantuvieron los lazos necesarios con el español de la península ibérica.
En cuanto a la influencia de Andrés Bello en Panamá, existió una asociación que llevaba su nombre y que tenía como objetivo la preservación del idioma y el deseo de que el español se hablase y escribiese mejor. Varios autores panameños se han interesado en la obra del gran polígrafo americano. Cristóbal Rodríguez, doctor por la Sorbona y profesor en el Instituto Nacional, escribió en 1922 un libro inspirado en las enseñanzas de Bello, titulado Ensayo sobre una nueva nomenclatura de las preposiciones.
Baltazar Isaza Calderón, natural de Natá de los Caballeros, doctorado en 1934 en la Universidad Central de Madrid, hoy denominada Complutense, y catedrático durante muchos años en la Universidad de Panamá, publicó en 1960 La doctrina gramatical de Bello. Resulta interesante su análisis sobre el impacto que tuvieron en la formación del ilustre venezolano sus dos décadas londinenses, así como sus comentarios respecto a la estructura fonética de las palabras estudiada por Bello, la clasificación de las partes de las oraciones, los pronombres personales y muchos otros aspectos de índole gramatical.
En 1959, el profesor Isaías García Aponte presentó en la Universidad de París su tesis doctoral titulada Andrés Bello, contribución al estudio de la historia de las ideas en América. García Aponte utiliza como base la obra filosofía del entendimiento de Bello, la cual considera como “el punto de partida de la historia de las ideas contemporáneas en Hispanoamérica” y que “es la obra de inspiración más moderna, más acabada y representativa escrita en Hispanoamérica antes de la introducción del positivismo”. El filósofo panameño concluye que, con la obra de Bello, se comprueba que sí existe una verdadera historia del pensamiento filosófico en esta región.
Mucho nos complace a los miembros de la Academia Panameña de la Lengua rendir merecido homenaje a uno de los grandes pensadores que ha dado el hemisferio que fue colonizado con la lengua que ayudó a preservar Nebrija en la gramática que entregó a la reina Isabel en 1492. Tres siglos y medio después, luego de 20 años de estudios, Andrés Bello publicó una Gramática dedicada a sus hermanos, habitantes de la América hispana, para que preservaran y enriquecieran el idioma común, que es instrumento de entendimiento y comunicación fraternal entre nuestros pueblos.
El autor es abogado y director de la Academia Panameña de la Lengua.