Ignacio del Valle: Explicaciones no pedidas



Alguien ha dicho que la poesía nos ocurre. Es como una suerte de urgencia, un súbito fogonazo que se concreta después de mirar con asombro o terror la vida que nos asalta. Y también, que duda cabe, la poesía nos ocurre como urgencia ante el hecho feliz, la dicha sobrevenida, o buscada, o hallada al girar por la esquina equivocada. Algo de lo dicho, o todo a ráfagas o por fragmentos, es lo que ocurre en este nuevo libro de Ignacio del Valle (Oviedo, 1971), Explicaciones no pedidas (Ediciones Azimut, 2023), su primera colección de poemas, en los que el autor de las novelas El arte de matar dragones o Coronado, recoge la intimidad que genera la mirada sobre lo cotidiano, la chispa que genera el roce con la vida.

Hay golpes tan fuertes en la vida que no hay manera de encajar más que por medio de la poesía, y esto lo comprende muy bien Ignacio del Valle que tira de referentes culturales (populares o clásicos) para construir de manera brillante piezas que alberguen en su forma y su fondo esos golpes, esos hechos que solo la belleza triste o desgarrada puede transformar en algo permanente como un poema, en cuyas reverberaciones y relecturas podamos reconstruir la experiencia de lo vivido.

Digo reverberar, porque tanto las imágenes como los sonidos de estos poemas recogidos durante muchos caminos, no se agotan en una primera lectura, y aunque suene trillado, no lo es para estos poemas que soportan bien volver a leerlos, que no se arrugan en una segunda vuelta, que ofrecen una resistencia emocional y estética contra el olvido inmediato que esconde mucha poesía mal concebida, nacida con un dispositivo de auto destrucción natural vía cierre definitiva del libro. En Ignacio del Valle, la luz de la imagen verbal, el sonido de los ritmos, dotan la lectura de una musicalidad de interrogación asombrada, de búsqueda.

Poemas como Y ahora que toca caer (un noir), Enguai (NY) o Nadie incendia el mundo como tú, ofrecen registros de una desgarbada incertidumbre ante la vida que va deprisa en esta urbe global que es la existencia, en la que no hay ventanas a las que asomarse (a pesar de un poema como Una fiesta junto al mar), en las que todas las imágenes nos arrastran a la polis de hormigón, a la reiterada «jungla de asfalto». Hay en la cotidianidad que dibuja Ignacio del Valle un rumor constante de tráfico de grandes ciudades, de llovizna reflexiva sobre calles atestadas de coches que titilan en las noches de plomo con sus lucecitas de posición avanzando despacio.

De distintas dimensiones (mejor decir distancias), los poemas juegan con el lector, lo retan. Los ultrabreves son un desafío (Revolución, Monipodio, Los bárbaros), y el que mejor lo hace es Exilio: «Desde el mismo momento que entraste en aquel avión/el país que quedó a tus espaldas/dejó de existir». Esta búsqueda de complicidad con el lector, que siempre ha sido el fundamento de la literatura en general, y muy especialmente de la poesía, en Explicaciones no pedidas es fundamental, no solo por las mencionadas referencias culturales, sino por lo cercano que el autor quiere tenernos para llevarnos al centro mismo de la emoción de lo que dice su voz poética.

El eje del poemario lo ofrece la serie Existencial (que va del I al V), poema/s que el autor instala en varios rincones del poemario y cuyo tono e imagen buscan ofrecer al lector atento, en cada verso, posibilidades de interpretación de la existencia: «Como la luz de un frigorífico abierto/a las tres de la mañana./Como una cinta de aeropuerto vacía/con una sola maleta/dando vueltas». Distintas posibilidades, matices para ver la vida, para dibujarla a ver si así la entendemos mejor, aunque no podamos resolverla, aunque siempre nos falte una pieza.

Una delicia este Explicaciones no pedidas de Ignacio del Valle que, a su espacio bien consolidado en las letras hispanoamericanas, suma esta valentía poética a su obra y que esconde también algunas claves para entender su universo narrativo. Un muy bien logrado asalto al fuego poético que les resultará muy estimulante, donde comprobarán que el autor es, como los grandes escritores, deudor de la mejor poesía.

El autor es escritor


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