República con comején. Con pobres poderes. Envilecidos, tambaleantes y desorientados. Sienten la amenaza del vendaval de las redes sociales, y pretenden controlarlas y/o encanallarlas, y las declaran una amenaza, con su nueva aliada, la prensa tradicional.
El rejuego de la relación prensa y poder político. Dificultoso. Endiablado. Hay quienes creen que los medios tradicionales, junto con grandes empresarios y el sector financiero, se han establecido como un poder fáctico.
Panamá goza de una historia exuberante en su periodismo desde que llegó en 1820 la imprenta embarcada en Jamaica, la primera en el Istmo, que imprimió La Miscelánea del Istmo, y en cuya cabecera se citó, como lema, el artículo de la Constitución española que garantizaba la libertad
de imprenta. Instrumento de propaganda, la Miscelánea del Istmo, de cuatro páginas, en formato pequeño, salió a la luz pública el 4 de marzo de 1821. Dirigido por José María Goytía, el periódico apoyó la independencia del Istmo de España y su adhesión a la Gran Colombia, regida por Simón Bolívar. Mariano Arosemena, redactor y gestor, escribió que la publicación fue fundada para contribuir “con nuestro programa de libertad”. Los propietarios del semanario y de la imprenta eran seguidores de Bolívar, quien los puso en contacto con sus amigos empresarios de Jamaica para que adquirieran el equipo.
Aunque la Corona española era la adversaria, nuestros abuelos periodistas a la carrera eligieron de epígrafe un artículo de la Constitución imperante en el Reino, el 371: “Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia”. Como las protestas de hoy, para las que no hay que pedir permiso.
Los distraídos no se percatan del impacto de la comunicación en la hoy aldea global, en la que la audiencia lleva las riendas. Ni Marshall McLuhan, científico del siglo pasado y creador del concepto, pudo imaginar una aldea global con casi el más del 60% de internautas de los habitantes de la Tierra: 5 mil millones de casi 8 mil millones. Cada día nacen 370 mil nuevos terrícolas y mueren 155 mil. Ahora sí tenemos esa aldea global, con internet, como sí lo vaticinó Julio Verne, en 1863 en su novela extraviada por un largo periodo; París en el siglo XX.
Puede verse hoy con horror la prensa en línea, siempre conectada: una perturbación cósmica que labra el achicamiento de los medios tradicionales. “Da a la gente el control de tu medio: lo utilizará; no se lo des, igual te lo quitará”: es la consigna del veterano periodista y bloguero Jeff Jarvis.
Luchemos en cada momento por la libertad de pensamiento, el más grande triunfo que los seres humanos valientes alcanzaron sobre el despotismo. No hay labor más canalla, al engendrarse odios, que la persecución del libre pensamiento por poderes públicos.
En los últimos años hemos sufrido repudiables situaciones de persecución, difamación e intimidación contra medios de comunicación y periodistas. Ha aumentado, en forma lamentable, en consecuencia, el nivel de autocensura, terrible estado de ánimo para una sociedad.
A los periodistas, propietarios y editores: elevar el nivel espiritual de los medios: que sean faro de cultura, civilización y progreso; levantar un altar a la libertad. “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”, le recuerda Quijote a su ayudante.
Una sociedad aceitada con la información y el debate público representa “la demolición moral del fracaso”, en palabras de García Márquez, maestro por excelencia del oficio periodístico.

