Juan Carlos Chirinos, escritor venezolano de los grandes, fue quien me descubrió a José Balza (Venezuela, 1939). Me habló de sus libros, los busqué, leí los que encontré (Largo, Los peces de fuego, Caligrafías). Juan Carlos me regaló Observaciones y aforismos, con prólogo de Toni Montesinos, y ya andaba yo picado por el “factor” Balza. Luego el cartero llamó dos veces y me llegó Percusión (Ediciones Cátedra, 2022) y el deslumbramiento ha sido mayúsculo.
Publicada en 1982, esta novela (quinta del autor), produce nada más arrancar una sensación de extrañeza que seduce, que confunde e invita a seguir leyendo. El protagonista vuelve a su ciudad natal, a los escenarios de su juventud, para reencontrarse consigo mismo de joven, abriéndose así un espacio de confesión, diálogo o pedagogía vital, a veces memoria con pizcas de culpa y propósito de enmienda.
La libertad creativa de José Balza logra este prodigio narrativo rompiendo con acierto los espacios y el tiempo en el que transcurre la novela. Dueño de una capacitad técnica para reinventar el tempo y el ritmo de la novela, el autor nos lleva desde el regreso del protagonista a su Caranat natal (correlato ficticio de Caracas) hasta el instante mismo en el que regresa y, en medio, toda una vida relatada/escuchada, consiguiendo un efecto de memoria pasada/presente, de sospecha continua de si se está jugando o no a una enmienda del pasado/futuro que el protagonista vivió/pretende vivir. Percusión es justo esta línea oblicua (/) que separa ambas posibilidades.
Esta novela no es solo su valentía estructural, es sobre todo la belleza de la lengua, es la capacidad casi mágica de combinar, con precisión arrolladora, las palabras que la componen. Balza consigue el efecto del reflejo: la imagen es lisa, compacta al tacto, pero a la vista es rica en matices, en recovecos, en repechos del habla, en cataratas de frases que componen el brío de esta historia que es un delta, que nos lleva hasta el mar de la ficción eficiente por diversos brazos hasta el aplauso de pie al final de la lectura.
En definitiva, y como advierte la contraportada de esta magnífica edición, es “uno de los momentos de mayor brillantez en la obra de su autor”.
Percusión es también sus personajes, hechos de jirones de memoria del protagonista. El viejo Acaya Vargas y el joven Harry, ¿no son también extremos de su propia vida? ¿No serán también trasuntos del protagonista que ha vivido/vivirá? Personajes que se van formando poco a poco, que se van llenando con un vigor medido, de sorpresa felina, que se van quedando como una mancha en la retina. Balza es definitivamente un maestro en el difícil arte de facilitar lo complejo adornándolo con las palabras justas.
La edición está a cargo del también escritor venezolano Juan Carlos Chirinos, que nos da también, como su maestro, una lección de bien leer, de buena crítica, de iluminación y hasta de enfoque de un clásico. Porque Percusión lo es, y así lo demuestra, no solo la cantidad de escritores rendidos a este prodigio, sino también su inclusión en esta colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra. El saber crítico que despliega Chirinos en esta obra es otro aplauso a parte después de su lectura.
Toca celebrar que una obra como Percusión este otra vez en las librerías, y en una edición que nos acerca a la fuerza creativa de su autor. Balza merece toda la atención que se le dispensa a su obra, que tiene para mí la gran virtud del “precisismo” y el trabajo arduo. No es una obra que llega del ensueño y la inspiración, tiene su centro en la muy denostada virtud de la lectura y la observación. Leer a Balza es, ya lo comprobarán, un ejercicio de inmersión literaria.
Cito a Montesinos, que retrata muy bien al autor de Percusión: “pocos rostros, voces, almas tan proclives a transmitir paz como los diferentes rostros, voces y almas del múltiple y único José Balza. Decirse la verdad en todo momento para que la reciba el lector, y la transforme en su verdad”. Así es en su literatura este autor fundamental, a cuya sombra fértil de palmera nos acogemos cada vez más lectores.
El autor es docente, periodista y filólogo