Jutzpá, vocablo yiddish, que representa audacia, en sentido positivo o negativo. La escucho de voz del embajador de Israel, Itai Bardov, oferente del agasajo con motivo del aniversario 74 de la fundación del Estado de Israel. Expone ante una representación de la sociedad capitalina, incluidos monseñor Ulloa, rabinos, la presidenta María Eugenia, ministros, políticos, comunicadores y diplomáticos. Y “público en general”.
Habla de esos 74 años: “La historia israelí, además, es la historia de la innovación, la creación, el trabajo duro y la jutzpa”. ¿Dijo jutzpa? Léxico de la cultura hebrea. Equilibrio sutil entre arrojo e insolencia. Cuerda floja entre la incontinencia verbal y el ardor intelectual. En los negocios, no hay espacio para dudas y solo representa coraje. La cara positiva. Es la autoconfianza desafiante. Vinculada al cotidiano del judío, expuesto a persecución, matanza y agresión. La jutzpá, por tanto, se convirtió –y desarrolló– como mecanismo para sobrevivir. Elemento cultural que ha definido el perfil psico-sociológico de Israel y ha catalizado la innovación.
Al no ser productor de petróleo, como el vecindario, la innovación ha levantado el perfil de un modelo energético basado en fuentes alternativas. El enfoque ha sido y es la búsqueda extrema en automóviles eléctricos y una gran apuesta por la energía solar.
Es modelo de innovación tecnológica, que puede colocarse al frente de la relación bilateral con el pago panamensis. En innovación, Israel está entre los líderes mundiales, sobre todo en África del Norte y Asia Occidental. Es la economía que más invierte en innovación, sobre todo en capital riesgo. Posee la mayor cantidad de empresas tecnológicas per cápita, una start-up (empresa innovadora) por cada mil 844 habitantes.
En 1948, se creó un espacio de diversidad, con etnias judías procedentes de 150 Estados. 20% de su población procede de las etnias árabes (musulmanes, cristianos y drusos).
En la sala del agasajo, en el Club Hebreo (San Francisco), están expuestas fotografías gigantes de mujeres. Como Golda Meir, nacida Gold Mabovich en la Kiev hoy ultrajada por la invasión rusa. De Estados Unidos, se trasladó (1921) con su esposo a vivir y trabajar como colonos agrícolas en el kibbutz Mehavia en Palestina, entonces bajo mandato colonial británico.
Como presidenta de la Agencia Judía de Palestina (1946), participó en el proceso que culminó con la creación del Estado de Israel (fue firmante de la declaración de independencia). Ostentó los cargos de ministra de Trabajo y también de Asuntos Exteriores y en 1969 fue primera ministra (jefa del Ejecutivo).
En medio de esta pandemia presente, están mejorando las relaciones de Israel con sus países vecinos, destaca el embajador Bardov. En la sala está la embajadora de Marruecos, Bouchra Boudchiche. Los acuerdos de Abraham fueron suscritos hace dos años con Marruecos,
Baréin y Emiratos Árabes Unidos. Es una asociación estratégica que une a las fuerzas moderadas para cimentar la paz y la estabilidad en Oriente Medio.
Bardov recuerda el liderazgo de la República de Panamá en aquellos días en que Naciones Unidas determinó la independencia. Destaca el papel de Eduardo Morgan Álvarez, miembro del Comité de Partición y quien defendió el derecho de los judíos a disponer de un Estado, independiente y soberano.
El autor es docente y miembro de la Real Academia de la Lengua.
