“Tres kilos para una hamburguesa. ¡No me lo puedo creer!”, exclamó Enyioma Anomelechi mientras revisa el menú de un restaurante de Bristol, en Reino Unido, que decidió incluir la huella de carbono sus platos.
Desde finales de julio, el restaurante vegetariano The Canteen decidió informar a sus clientes del impacto medioambiental de los alimentos que eligen en el menú. El objetivo es “ver lo que estamos haciendo, entender y mejorar”, explica su dueño, Liam Stock.
Pero la medida no convence a todos.
Sentado con sus amigos en la terraza, Anomelechi, de 37 años, toma su cerveza mientras analiza qué tan bueno para el medioambiente es cada plato.
Las pakoras –verduras fritas en harina de garbanzos– de zanahoria y betabel con una salsa de yogur solo emiten 16 gramos de dióxido de carbono. En cambio, las berenjas con salsa de miso y harissa –una salsa magrebí– acompañadas de tabulé y tostadas con especias, suman 675 gramos.
“Comer una hamburguesa producida en Reino Unido puede generar hasta 3 mil 50 kg de equivalente carbono”, dice The Canteen en su menú, precisando que es “10 veces la cantidad de su alternativa vegana”.
Es una diferencia “enorme”, admitió Anomelechi, aunque afirmó que va al restaurante para disfrutar y no conocer ni las calorías ni la huella de carbono de lo que come. “Pero si pudiera tener esas informaciones en el supermercado, si cambiaría más” mis maneras de consumo, aseguró a la AFP.
Hábitos de consumo
El cambio a una dieta basada en alimentos de origen vegetal es una de las formas más efectivas para reducir la huella de carbono, afirmaron en abril los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC).
Aún está por ver si los comensales dejarán que la huella de carbono influya en sus pedidos, pero la innovación del menú ha avivado el interés y el apoyo, señala Stock, el dueño del lugar.
“En Inglaterra, si eres un restaurante de una gran cadena, la ley obliga a que indiques las calorías [en el menú]”, explicó. “Pero mucha gente dice que está más interesada en [conocer la huella de] carbono”, acotó.
Para Laura Hellwig, directora de campañas de la organización benéfica vegana británica Viva!, el dato de la huella de carbono debería ser obligatorio.
“Estamos en una situación de emergencia climática y los consumidores tienen que poder elegir con conocimiento de causa”, opinó la activista.
En su opinión, “la mayoría de la gente” elegiría consumir alimentos menos dañinos para el medioambiente si pudiese comparar la huella de carbono de una comida a base de carne y un plato vegano.
Viva! lanzó una campaña nacional para convencer a los restaurantes de intensificar sus esfuerzos de concienciación sobre el cambio climático. The Canteen fue el primero en aceptar. “No tuvimos que cambiar nada”, explicó Stock.
Para calcular la huella de carbono de los platos, el restaurante manda sus recetas y el lugar donde consigue sus ingredientes a la empresa MyEmissions, capaz de calcular el impacto del carbono desde la “cuna hasta la tienda”, teniendo en cuenta cultivo, transformación, transporte y envasado.
“Si dudo entre dos platos, y dependiendo de mi apetito, puede que elija el que tenga la menor huella de carbono”, dijo Nathan Johnson, de 43 años.
Ese día, optó por la ensalada del chef, que tenía 162 gramos de equivalente carbono en el menú.

