La nutrición infantil: los primeros dos mil días

La nutrición infantil: los primeros dos mil días
Panamá se une una vez más a la Semana Mundial de la Lactancia Materna


En el balance está la clave de una buena alimentación, y en la niñez la base para una buena salud en los adultos. Y es que los primeros años de vida son de vital importancia para evitar males como la obesidad o enfermedad renal crónica, a futuro.

Durante un conversatorio sobre nutrición organizado por Nestlé, la nutricionista en nutrición infantil para Nestlé Centroamérica, María Gabriela Muñoz, comentó que los primeros mil días tienen un gran impacto en los individuos, recalcando que “solo hay una oportunidad de hacerlo bien”.

Muñoz, explica que estos primeros días se empiezan a contar desde la concepción, por lo que el cuidado de la nutrición de la madre es el primer gran paso. “Una mujer embarazada desnutrida predispone al niño a sobrepeso y obesidad. Una mujer embarazada con obesidad, pues obviamente predispone a ese niño a obesidad” agregó la especialista.

Durante estos meses cruciales es cuando se logra establecer el sistema inmune en las personas. “Entonces, es súper importante brindar nutrientes que vayan a apoyar a fortalecer ese sistema inmunológico”. Además, la nutrición en ese periodo tiene un impacto hasta en el desarrollo neurológico y en la parte conductual.

Dentro de estos primeros mil días, el desarrollo del infante es muy acelerado. “Realmente es impresionante porque el bebito nace y en cuestión de un año tiene que triplicar su peso y su talla. Se dice que la adolescencia puede que se acerque un poquito, pero no llega a esa velocidad”.

Preciso, este desarrollo acelerado hace que los niños tengan una gran necesidad de nutrientes y que son piezas claves durante el desarrollo.

Cuatro pilares

Para tenerlo un poco más claro, María Gabriela Muñoz, divide a este tiempo en 4 pilares que comprende el crecimiento y desarrollo, donde el bebé tiene requerimientos alimenticios hasta de 5 veces más que los adultos y donde una mala alimentación causa un daño irreversible al desarrollo.

Luego, continúa con la programación metabólica, la cual es “ese impacto que tiene la alimentación a predisponer a un niño a distintas enfermedades a edad adulta”, como la obesidad o el sobrepeso, mencionadas al inicio, así como la diabetes, presión alta o problemas del corazón, entre otras.

El siguiente pilar es la inmunidad, la cual se encuentra inmadura durante los primeros mil días. Y termina con la microbiota intestinal (grupo de bacterias que fungen como protectoras frente a enfermedades y ayudan en la metabolización de los alimentos), la cual se dice se establece en los primeros dos o tres años de vida e influye directamente con el primer pilar: la salud y el desarrollo.

La nutrición infantil: los primeros dos mil días
María Gabriela Muñoz, nutricionista en nutrición infantil para Nestlé Centroamérica. Cortesía / Nestlé Centroamérica

Lactancia

La Organización Mundial de la Salud, cataloga a la lactancia materna como una de las formas más eficaces de garantizar la salud y la supervivencia de los niños. Y debe ser exclusiva durante los primeros 6 meses de vida.

Luego de esta edad, los niños deben comenzar a comer alimentos complementarios seguros y adecuados mientras continúan amamantando hasta por 2 años o más.

En este periodo, el niño recibe anticuerpos que lo protegen de enfermedades, además de proporcionarle energía y nutrientes necesarios. Pero, para esto la madre lactante debe encontrarse en condiciones de salud óptimas. Si bien, cada caso va a variar de cada persona, la especialista, María Gabriela Muñoz, aclara que lo esencial es una nutrición balanceada.

“No es que la mamá tiene que hacer una dieta especial, no es que la mamá tiene que comer por dos, no, la mamá tiene que comer bien y lo que se recomienda es que siempre se suplemente para asegurar la salud del bebito y para que nos aseguremos que esa leche materna venga bien. Además, aseguremos que tampoco la mamá luego quede desnutrida después de todo ese proceso”, recomienda Muñoz.

Y es que la lactancia, no solo es un proceso que involucra y beneficia a los niños, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) las mujeres que amamantan tienen un 32% menos de riesgo de tener diabetes tipo 2, un 26% menos de riesgo de tener cáncer de mama y un 37% menos riesgo de tener cáncer de ovarios, en comparación con aquellas mujeres que no amamantan o que amamantan menos.

Alternativas

Pero, lo cierto es que por distintos motivos no todas las madres pueden ofrecer leche materna a sus hijos. Es en este punto cuando se buscan alternativas que cumplan las funciones esenciales de tan importante alimento. Las más recomendadas son las fórmulas infantiles.

Por otro lado, a pesar de muchas creencias, los especialistas no recomiendan el uso de la leche de vaca como sustituto para esta misión. Hay que aclarar, que con esto no se busca estigmatizar a la leche de vaca, sino recordar que “no está hecha para los bebés”.

La nutricionista, María Gabriela Muñoz, explica que en los primeros dos años de vida las proteínas que necesita un niño deben ser pocas. En porcentajes, el lactante requiere una alimentación que contenga 10% de proteína, 50% de grasas y 40% de carbohidratos. Mientras que la leche de vaca le ofrecería una cantidad superior de proteínas (24.5 g por cada 750 ml) y una menor ingesta de carbohidratos (34.7g por cada 750ml).

“Si damos leche de vaca a un bebé en vez de la leche materna o un alimento adaptado para él, vamos a empezar a predisponer al sobrepeso, obesidad y enfermedades a futuro”, explica Muñoz, quien agrega que la idea que la leche de vaca es gran fuente de hierro para los bebés es un mito, ya que el hierro no se absorbe de forma eficiente. “Para mí, como adulto, puede que me ayude muy bien en el calcio, en la proteína, en muchas otras cosas, pero para un bebé no y que me lleva estos productos inadecuados me lleva a desnutrición o malnutrición”.

La especialista en nutrición infantil para Nestlé Centroamérica, recuerda que niños bien alimentados son adultos santos a futuro.


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