Se cumplen 99 años del levantamiento del pueblo gunadule contra la opresión que sufría en los primeros años de la República. La fecha se conmemora con actividades y propuestas artísticas.
Cada año, la Revolución Dule vuelve a suceder en Guna Yala. Hay enfrentamientos, gritos, cuerpos caídos, pero nadie muere. Se trata de representaciones teatrales que buscan conservar la memoria de unos hechos fundamentales para la identidad del pueblo gunadule o guna, como también se le conoce.
Estas representaciones se muestran en largometraje Bila Burba, del cineasta guna Duiren Wagua. Este filme fue presentado en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), en 2023, y la proyección de su tráiler es una de las actividades del Museo de la Mola durante todo el mes de febrero de 2024, cuando se cumplen 99 años de este suceso.
Alzamiento
La Revolución Dule de 1925 fue una sublevación del pueblo gunadule contra los atropellos y abusos de las autoridades panameñas que buscaban someter a los habitantes de la región de San Blas e imponerles los usos y costumbres del resto de la República. No se les reconocían sus tradiciones ni su organización social y política, y tampoco su vestimenta, ornamentos, lengua y creencias. A menudo esto ocurría de forma violenta y despectiva por parte de las autoridades policiales.
Su territorio fue además invadido por extraños atraídos por concesiones a explotaciones mineras y compañías bananeras extranjeras, sobre todo estadounidenses, lo que agravó las tensiones.
En abril de 1921 ocurrieron los primeros enfrentamientos entre policías y gunas en la comunidad de Río Azúcar, que dejaron varios muertos y heridos por ambas partes, según reseñan los historiadores Celestino Andrés Araúz y Patricia Pizzurno.
Dos figuras fundacionales en la historia del pueblo gunadule estaban a la cabeza del movimiento rebelde: Nele Kantule o Iguaibilikinya (fallecido hace 80 años) y Simral Colman, quienes entendieron que había llegado la hora de actuar contra la opresión de su pueblo.
La “tribu blanca”
El estadounidense Richard Oglesby Marsh, quien había sido Encargado de Negocios de su país ante Panamá en 1910, regresó en 1923 como representante de las empresas Firestone y Ford para explorar un posible negocio de explotación cauchera en Darién, que no prosperó. Marsh en cambio se quedó fascinado con los albinos gunas, los llamados “hijos de la luna”, lo que de inmediato lo interesó en el estudio de su cultura.
Marsh estaba convencido de que esos jóvenes no eran albinos sino sobrevivientes de una mítica “tribu blanca” cuyos restos yacían en algún lugar remoto de la selva del Darién. “Parecen más noruegos que indios” llegó a decir.
Algunos de estos jóvenes fueron llevados por Marsh a Estados Unidos y el Instituto Smithsonian se interesó en el estudio de esta cultura emprendido por Marsh. El norteamericano escribió un libro titulado ‘White Indians of Darien’ donde narró su experiencia.
Marsh se comprometió tanto con la causa dule que incluso habría redactado la “Declaración de independencia del Pueblo Tule (sic) de San Blas y Darién”, proclamada el 12 de febrero de 1925.
Lucha y desenlace
El 22 de febrero, los gunas inician una lucha armada para expulsar a las fuerzas policiales panameñas de su territorio. Atacan los cuarteles de Playón Chico, Río Tigre, Tigantiki, Narganá y Ukapa. Los choques son sangrientos. El 25 de febrero, en San Ignacio de Tupile, muere el jefe policial Miguel Gordón. El saldo de los enfrentamientos asciende a 27 muertos y decenas de heridos, entre ambos bandos. Entonces, el gobierno nacional del liberal Rodolfo Chiari decide intervenir.
El 2 de marzo de 1925, el enviado del gobierno de Chiari, Carlos López, escribe desde San Blas que “los indios no han sido tratados por las autoridades de la forma que aconseja el buen sentido”. Dos días más tarde, el 4 de marzo, se alcanza un acuerdo de paz en el que, a cambio del cese de la violencia y el sometimiento a las leyes panameñas, el Gobierno se compromete a proteger los usos y costumbres de los gunas, a permitirles su propia organización comunitaria y a no imponer la educación en castellano.
Aún faltaría mucho trecho para definir su demarcación territorial y su autonomía (en las que serían a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI las comarcas de Guna Yala, Madungandí, y Wargandí) pero en 1925 se había dado un decisivo primer paso.