Richard Cooke (1946) desarrolló un trabajo extraordinario de investigación durante 50 años para conocer el origen del panameño y de los asentamientos y vida cotidiana en nuestro istmo.
Sobre todo de los milenios anteriores al arribo de los españoles, a principios del siglo XVI.
En esas décadas, lideró muchas investigaciones científicas y colaboró en otras, que le significaron la publicación, individual y en equipo de un centenar de artículos y libros.
Una muestra de títulos: Los hábitos alimentarios de los indígenas precolombinos de Panamá (1981); El rescate arqueológico en Panamá (1984); Subsistencia y economía casera de los indígenas precolombinos de Panamá (1998); Los impactos de las comunidades agrícolas precolombinas sobre los ambientes del trópico estacional: datos del Panamá prehistórico.
En su quehacer tocó la vida de estudiantes, científicos y profesionales de distintas disciplinas, como mentor personal, y en sus labores en el INAC y en el Instituto Smithsonian, estadounidense y con sección en Panamá y a cargo del sitio experimental de Barro Colorado.
¿Cómo consiguió acumular esa obra y esfuerzos?, le preguntó Modesto Tuñón, académico y experto en periodismo ambiental, en una entrevista para su libro Huella humana (2022, Ediciones Haner). Cooke le respondió: “Yo no planifiqué nada, nada, en esta vida. Todo ha sido al azar”.
Michel Labrut, periodista francesa radicada en Panamá, lo entrevistó para la revista Time y testimonia: “Es una de las personas más interesantes que he entrevistado y que me enseñó mucho”.
Desde hace 15,000 años hay presencia humana en el istmo. Y los grupos humanos han debido condicionar sus prácticas a las difíciles circunstancias ambientales que cambiaban sus perfiles: la función del istmo como puente terrestre entre dos continentes fue un determinante factor geográfico en el desenvolvimiento de los indígenas asentados.
A los 76 años, transitó a mediados de este mes en la ciudad de Panamá, que escogió como hogar y donde formó familia panameña. Había nacido en Guildford, Inglaterra, y se trasladó a Panamá, entonces veinteañero, a recabar información para su tesis doctoral, cuyo tema fue la cotidianeidad en el Coclé precolombino. En 1972, en la Universidad de Londres, obtuvo el título de doctor en Arqueología. Fue profesor en la Universidad de Panamá y en Florida State University.
Con su alto estándar profesional y de trabajo, fue un protector del patrimonio nacional y cooperó con expertos de muchas disciplinas afines a la arqueología precolombina (genetistas, historiadores, antropólogos, lingüistas, paleoecólogos). Sus investigaciones son de alcance mundial.
“Compartió su sapiencia sin egoísmo alguno”, expresa Raquel de Changmarín. Ella y su esposo, René, lo trataron desde 1980 cuando contribuyó a descifrar Sarigua, hoy parque nacional, y cómo ocurrió la degradación. En Sarigua, se estima que funcionó la primera aldea agrícola de la nación (2,000 años a.C.).
Sobre el patrimonio histórico y cultural, Cooke tenía un sentido ético y resaltaba la importancia de su conocimiento, protección y conservación, indica Katti Osorio, experta en patrimonio histórico. “Fue un hombre extraordinario que deja a su paso una huella indeleble en el desarrollo científico”.
Milciades Pinzón, investigador y humanista, confía en que los nativos “sabremos justipreciar al inglés que dedicó mucho tiempo a valorar la riqueza de la panameñidad”.