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Léxico utilizado en la molienda

En los pueblos del interior, existen costumbres que conservan y consolidan su idiosincrasia, pues mantienen formas y usos empleados por nuestros antepasados para resolver sus problemas.

El sábado pasado tuve la oportunidad de visitar una molienda en la comunidad de El Carate de Las Tablas. Compartí con los compañeros de la escuela secundaria y, sobre todo, me quedé maravillado por los conocimientos léxicos que me ofrecieron los compañeros César Carrasco (propietario) y José Vicente González, profundo entendido de esta actividad.

Conocí, por ejemplo, que se llama burro a cuatro estacas clavadas en el suelo que sirven para ordenar la tarea, voz definida como el conjunto de cañas de azúcar que serán molidas para sacar el guarapo (jugo de caña que se cocerá para preparar la miel). Es imposible olvidar que se denomina emburrar a la actividad de colocar las cañas de azúcar dentro del burro.

También me explicaron el nombre de otros términos empleados en la faena. A manera de ejemplo, me dijeron que el trapiche es una voz que forma parte del español general y que se refiere a un molino empleado para sacar el jugo de la caña. En su cima cuenta con la mijarra, una larga pieza de madera a la que, en uno de sus extremos, se ata una bestia con los ojos vendados (caballo o burro molendero) que gira alrededor del trapiche. Tal vez de aquí sale la frase fulano o fulana parecen caballos molenderos para indicar que una persona rodea un mismo asunto o lugar sin poder salir de una especie de círculo vicioso. Me indicaron que los términos piquera o gala se refieren indistintamente al canal de zinc empleado para que el guarapo que sale del trapiche pase al recipiente donde se recoge.

Aprendí también que el guarapo se cocina en una enorme paila, a fuego lento. Se revuelve con un mecedor que es una pieza de madera que le permite a una persona revolverlo constantemente para que no se adhiera al fondo de la paila. El caso por su parte es una coladera atada a un madero que sirve para descachazar (quitar la espuma y los restos para elaborar una miel limpia y de calidad). La cachaza se utiliza para alimentar el ganado. Y es que en la molienda nada se desperdicia. Ni siquiera el bagazo, nombre con el que se conoce a los restos de la caña después de ser molida. Este cumple doble función pues, por un lado, funge como alimento para el ganado; y, cuando está seco, sirve de combustible a la hornilla para cocer la miel.

Una vez que para la miel (que está en su adecuado punto de cocción) se introduce en recipientes metálicos para esperar que se enfríe; no obstante, en muchas ocasiones, se deja un poco en la paila para que se endurezca. En este residuo se cuecen plátanos, se prepara panela (miel endurecida) y, por último se hace la raspadura que, por lo menos en nuestra región difiere de la panela en el hecho de que se le agregan otros ingredientes como coco rallado, anís y semillas de marañón.

La molienda es una costumbre interesante, donde la familia o los amigos se reúnen en un realejo (sombre de un árbol grande como el javillo o el mango) para compartir; se disfruta de dulces sabores y se aprende la fórmula empleada por nuestros antepasados para elaborar su miel. Es un trabajo arduo que comienza con la siembra, cuidados y cosecha de la caña, hasta lograr productos terminados y listos para la venta.


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