Ponerse pilas en este LLAC de acción e inspiración. Ni la pila bautismal ni la pila de libros, pero sí la pila energizante, de lo químico a lo eléctrico.
Esta decena de jóvenes actúa en equipo para beneficiar a colegas universitarios de la UTP en pro de su éxito profesional y académico: integrar a sus competencias laborales, científicas y técnicas aquellas competencias y habilidades sociales, con frecuencia ignoradas o minimizadas en el sistema escolar. Una competencia es una pericia. Puede ser estudiada y ensayada, como en teatro. Hasta a amar se aprende, pondera Gabo. Competencias sociales: comunicación, interrelación personal, trabajo colaborativo, liderazgo, negociación, planificación del tiempo, toma de decisiones. Los proyectistas sacuden a su interlocutor: ponte pilas.
Este LLAC es iniciativa ejemplar auspiciada por la ACP, en asocio con la organización Jóvenes Unidos por la Educación (JUEX) y en sus cinco ediciones ha graduado de líder a 900 compatriotas de 15 a 24 años. Wao para la ACP y larga vida al proyecto.
He sido testigo privilegiado del nacimiento de esta criatura de pasión y esperanza: acompañé a su creadora, Nivia Rossana Castrellón, cuando le presentó su idea a los dignatarios canaleros, he sido instructor de esos pelaos fuera de serie y presencié en septiembre pasado la graduación de la más reciente camada.
Cada uno se atavió a su aire para recoger su certificación. Escenario del Auditorio Ascanio Arosemena. Vestimentas del carácter multicultural de nuestra comunidad. Honrar a los Héroes de Enero con fotografía colectiva ante la Llama Eterna, localizada en Balboa, en el predio epicentro de aquel magno hecho de 1964.
LLAC es la sigla de laboratorio latinoamericano de acción ciudadana.
Latinoamericano: ¡qué otra opción nos queda! Por historia, geografía y cultura. En este pago se celebró hace 197 años la primera reunión internacional a escala planetaria. Laboratorio, espacio para experimentar e investigar, y aplicar el método científico.
El hacer, la acción, deben marcarse y convertirse realidad, en una comunidad con muchas ideas y proyectos que no se concretizan o quedan a medias. Estos jóvenes emprenden un compromiso personal y social de actuar. No solo de palabra, si bien palabra está emparentada en latín de actio, actionis. Acción ciudadana. Norte sustantivo el de ciudadanía, en una sociedad por desterrar la impunidad y aquella deformación de ser pasivo habitante. A esos pasivos en la Grecia Antigua se les endilgó el adjetivo epíteto de idiota.
De forma integral, en varias semanas, estos jóvenes, ya sea en modalidad presencial, virtual o híbrida, interactúan con expertos en metodologías educativas, comunicación, desarrollo sostenible, ciencias, humanidades y más. Y en equipos, desarrollan y, en un feria, exponen sus iniciativas que llevan a cabo en sus comunidades: inserción de adultos mayores, enseñanza de idiomas, mundo digital (educación, salud), bienestar físico, control de emociones, recolección de agua, fomento del uso de la robótica, producción sostenible, hábitos alimenticios saludables.
Nivia Rossana es alma, corazón y cerebro del programa. Ella se autodefine mentora de los beneficiarios: guía.
Descendiente de maestras del Aguadulce de Méndez Pereira, Stella Sierra y Monchi Jurado, es docente y ha ejercido como directora escolar y discípula de su madre, Nivia Echeverría, normalista y creadora del Instituto Cultural, ícono nacional e internacional. Con una formación académica sólida (UP, INCAE, Harvard) y experiencia ejecutiva regional. El LLAC es ventana para estimular, con pilas recargadas, a nuestros jóvenes a ser ciudadanos de acción.