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Los fascinantes caminos del istmo

Los fascinantes caminos del istmo
Camino Real, denominado patrimonio municipal de Portobelo.

David McCullough, el premio Pulitzer estadounindense fallecido el 7 de agosto de 2022, escogió con precisión el título de su libro sobre la creación del Canal de Panamá: Un camino entre dos mares (1997).

No cabe duda de que el istmo ha estado marcado por su posición geográfica: El hub de aviación del centro de las Américas, el Canal de Panamá, el ferrocarril transístmico, las rutas coloniales Camino Real y Camino de Cruces y los incontables senderos y trochas de los aborígenes para cruzar de un océano al otro, del sur al norte o viceversa.

El Camino Real y el Camino de Cruces, en corazón de la copiosa selva tropical, cargados de historias de piratas, corsarios, forajidos y caminantes de toda laya, han vuelto a la palestra pública porque son piezas esenciales de la llamada Ruta Colonial Transístmica que la República de Panamá intenta -desde hace casi una década- inscribir en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unesco) con el apoyo de historiadores, arqueólogos y antropólogos.

No es cualquier lista la de la Unesco. En materia cultural están ahí, por ejemplo, el centro histórico de Roma y La última cena de Leonardo da Vinci en Italia o las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa y la ciudad del Ciudad del Cusco en Perú.

Para estar en este exclusivo registro, creado en 1972, los países se obligan a identificar, conservar, revalorizar estos sitios, así como su protección y salvaguarda.

La Ruta Colonial Transístmica la integran el sitio arqueológico de Panamá Viejo y el distrito histórico de Panamá -Casco Viejo- (Patrimonio Mundial desde 1997), los fuertes de Portobelo y San Lorenzo (en la lista del Patrimonio en Peligro desde 2012) y las travesías coloniales que los conectan: el Camino de Cruces y el Camino Real.

El arqueólogo del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales, Tomás Mendizábal, presentó recientemente en el Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian un resumen de las investigaciones más recientes en torno a estas dos rutas, como parte del esfuerzo del país por incluir una nueva propiedad a la cúspide de las listas de la Unesco.

Si bien hay lagunas en la historia de los caminos, Mendizábal cita la crónica Los bucaneros de América, del filibustero francés Alexander Exquemelin, del grupo de piratas que acompañó a Henry Morgan, a atacar -desde el Caribe- la ciudad de Panamá en 1671. Con la precisión de un cirujano narra en detalle la travesía del Camino de Cruces, especialmente la parte del río Chagres.

Para el Camino Real una de las mayores referencias es la crónica de 1819 del médico inglés Guilmes Weatherhead, quien ese año fue tomado prisionero por los españoles y obligado a marchar hasta la ciudad de Panamá junto a los demás expedicionarios aventureros británicos comandados por el general escocés Gregor Mac Gregor. Cuenta los pormenores de los sitios de interés de esta ruta.

También está el famoso plano del ferrocarril transístmico hecho por el británico Thomas Harrison, en 1857.

Los fascinantes caminos del istmo

De todos estos temas se han ocupado historiadores como la española María del Carmen Mena García (La ciudad en un cruce de caminos, 1992) y el panameño Alfredo Castillero Calvo (Historia general de Panamá, 2019), quien le dedica un capítulo completo a los caminos transístmicos.

Estas rutas, dice Mendizábal, en realidad forman parte del ahora llamado Camino Real Intercontinental del imperio español, que tuvo su mayor esplendor entre el siglo XVI y el XVIII para extraer las riquezas del continente americano.

El Camino Real conectaba Portobelo con Panamá. Se usó entre 1521 (hasta 1596 partía de Nombre de Dios) y 1935 principalmente para transportar los tesoros del rey de España y para mover esclavos provenientes de África. Tenía unos 80 kilómetros de extensión y transitarlo tomaba unos cuatro días. Se consideraba peligroso por los ataques de los cimarrones y muy caro por el pago de impuestos, hospedaje y alquiler de mulas.

En tanto, el Camino de Cruces se usó entre 1533 y 1912 (inundación para la construcción del Canal). Era una ruta mixta: terrestre y fluvial, que se usaba principalmente en la estación lluviosa y su paso podía tomar hasta dos semanas. Iba de Portobelo a la boca del Chagres. Fluvial: desde la boca del Chagres a la Venta de Cruces y terrestre, de Venta de Cruces a la ciudad de Panamá.

Eran rutas difíciles y desafiantes. Eso lo dejó claro McCullough cuando escribe en su libro que durante la fiebre del oro de California (1848-1855,) un hombre de Nueva York contó 40 mulas muertas a lo largo de la serpenteante senda que no alcanzaba un metro de ancho. “Algunos caían por el cólera o a temible fiebre del Chagres”, cuenta McCullough.

Después de hacer la travesía por el Camino de Cruces, un hombre de Massachusetts escribió a su familia: “No tengo tiempo de dar razones, pero al decir esto expreso el sentimiento unánime de todos los viajeros a quienes he oído hablar; lo digo con temor a Dios y amor a los hombres; nadie, por ninguna circunstancia, venga por esta ruta. No tengo nada que decir de las otras, mas no tomen esta”, reseña el historiador.

Pero la geografía impuso sus reglas. De Nueva York a San Francisco, donde estaban las recién descubiertas minas de oro, un viajero debía hacer casi 21 mil kilómetros mientras que por Panamá le tomaba menos de la mitad: unos 8 mil kilómetros. Y eso sería determinante para la historia de la humanidad.

Del revuelo de la cinta costera a la propuesta de nuevos límites

En 2014 la Unesco le pidió a Panamá una nueva propuesta de límites del conjunto monumental Panamá Viejo–Casco Antiguo debido a que la construcción de la cinta costera tres tuvo un impacto negativo, lo que podría excluir al sitio como parte de la lista de sitios e Patrimonio Mundial. En ese momento, según recuerda el arqueólogo y antropólogo Carlos Fitgerald, surgió la idea de ampliar los límites en vez de achicarlos, como se sugería. En julio de 2019 el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, después de darle varios plazos a Panamá, decidió posponer la inscripción de la propuesta del istmo e hizo una serie de observaciones para corregir y eso es lo que se hace ahora, explica Fitgerald. Elia Guerra, embajadora de Panamá en Unesco, dijo a EFE hace poco que la presentación de la propuesta panameña se retoma el próximo 1 de febrero de 2023 y se espera que culmine en mayo de 2024 cuando se sabrá si el país logró su objetivo.


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