Nicolle Alzamora Candanedo: ‘El temblor’

Nicolle Alzamora Candanedo: ‘El temblor’
Los cuentos de El temblor apuntan hacia la consideración de una nueva forma de vivirse uno, y de cómo ver vivir a los demás: son cuentos no aptos para dobles morales y pieles finas.


“No me cabe la menor duda de que ya hay que tomarla seriamente en cuenta entre las narradoras del siglo XXI”. Con esta y otras profundas afirmaciones críticas y estéticas, se expresa en el prólogo de El temblor, el más reciente libro de la escritora panameña Nicolle Alzamora Candanedo (Panamá, 1992), Enrique Jaramillo Levi, y no es para menos: esta obra es un punto de inflexión y crecimiento en el trabajo de una de nuestras mejores escritoras contemporáneas en el género cuento.

El temblor, ganadora del Concurso de Cuento Juvenil Carlos Francisco Changmarín 2020 del Municipio de Panamá, consta de ocho cuentos, todos ellos enfocados en la vida contemporánea, alejados de tricolores y viejas tradiciones, superando cualquier necesidad de resolver el pasado, recrearlo o traerlo al presente sin ningún tipo de razón estética. Son cuentos muy bien resueltos, que confirman la mirada y el espíritu del escritor con una propuesta muy concreta y en plena expansión creativa.

Todos los cuentos son de interior. Piezas que tienen como hilo conductor la sacudida, el momento súbito en que la vida tiembla bajo nuestros pies, empujándonos constantemente hacia una nueva dimensión de nosotros mismos. Cuentos urbanos todos ellos, que carecen de etiquetas que los sitúe con precisión geográfica en ninguna parte, lo que los hace totalmente universales, asumibles en cualquier ciudad del mundo: una neutralidad que sólo demuestra el compromiso intencional que tiene la autora con su oficio.

Otra de sus virtudes narrativas es la elipsis. Hay una economía de elementos narrativos que sirven al cuento para fijar en el lector la intención estética y emocional de la autora. Ante cuentos y novelas que se publican aludiendo constantemente a datos y concreciones cronológicas, Alzamora Candanedo hace un uso brillante de la elipsis, de los silencios que ponen en manos del lector la carga de la historia para que se sumerja en ella, para que la complete y participe. Esta es otra muestra del trabajo de la escritora: no esconderse detrás de los hechos, sino convertirlos en literatura.

El planteamiento argumental como técnica es eficiente, y los temas, son directos: desde el amor de una noche, a la intimidad con el propio cuerpo, el amor perdido que se quiere recuperar, el amor que se quiere perder, la soledad en medio de las ruinas, hacen que este libro confronte a sus lectores con perspectivas que quizás no compartan, marcando un interesante cambio de punto de vista sobre nuestros valores. Los cuentos de El temblor apuntan hacia la consideración de una nueva forma de vivirse uno, y de cómo ver vivir a los demás: son cuentos no aptos para dobles morales y pieles finas.

Es especialmente hermoso el cuento Noche de asilo, donde una mujer y un hombre se encuentran una noche de fiesta, cuando menos lo esperaban. Lean este fragmento que dice tanto: “Nos damos un beso suave y largo. No es de esos besos arrebatados que se dan por la calentura; es más bien como los besos que dan los pies del náufrago cuando tocan la arena. Es un beso de quien lleva mucho tiempo a la deriva y, aunque sabe que tal vez esta no sea la playa de su hogar, al menos es un refugio. Sus labios son tierra firme, y aunque él no lo diga, sé que los míos también lo son para él” (p.68). Lo dicho sin decir, la emoción, el encuentro. Una pequeña muestra del gran talento de Nicolle Alzamora Candanedo.

El temblor, tercer libro de la autora (Caminando en círculos, 2016, y Desandanzas, 2018), confirma su lugar dentro de la narrativa panameña, junto a un buen puñado de escritores de su generación. Un libro construido con conocimiento de causa, con lecturas de las buenas (allí están los epígrafes de sus libros), y con una mirada apasionada sobre la vida y su propia escritura.

No dejen de leer a Nicolle Alzamora Candanedo. El temblor no les va a dejar indiferentes. Y si es usted de esos (o conoce a alguien), de los que dudan de la literatura panameña, pase y lea, recomiende esta magnífica colección de cuentos: terminará rendido a la belleza y la inteligencia de una obra que se convertirá en uno de los referentes de nuestras letras.


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