‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos



“Cruaaack, cruaaak, cruaaak”, escucho y sonrío mientras saco la cámara, lentes, flash y micrófonos del carro, sin apuro. Reconozco el canto, es de un tucán pico iris (Ramphastos sulfuratus) y promete para mis fotos, colores alegres para una mañana que anuncia lluvias en cualquier momento. A pesar de su apariencia cómica, el tucán es una máquina asesina, un cazador oportunista, un pirata del bosque. Pero yo no estoy en el bosque, estoy en plena ciudad de Panamá, frente al Refugio de Vida Silvestre ‘Jason’, un sueño de la profe Ileana Cotes hecho realidad y el tucán que escucho se llama ‘Darién’.

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
La profesora Ileana Cotes muestra un búho autillo (Megascops choliba). Foto: Alexander Arosemena

“¡Pero no es una mascota!”, advierte la profe, “Para eso están los perros y los gatos”, sonríe con los brazos abiertos. Estuve aquí hace más de 10 años, solo existían Jason y un par de lechuzas, mucho ha cambiado desde entonces.

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
La profe Cotes recibió esta pareja de lechuzas de campanario (Tyto alba) cuando eran pichones en el 2013. Luego de su rehabilitación, la pareja fue liberada. Foto: Alexander Arosemena

El amor de la profe Cotes por la naturaleza comenzó hace 60 años, cuando a sus 5 su padre le construyó un aviario para atender tortolitas heridas en su finca en Changuinola, provincia de Bocas del Toro, donde vivía. Durante su vida como docente, transmitió ese amor a sus estudiantes y ‘Jason’, aquel búho rescatado, fue la clave para lograrlo. Jason acompañaba a la profe, en el salón de clases, como modelo. Tal fue la fascinación de sus estudiantes que apodaron a la profe como ‘Owl Whisperer’ (la encantadora de búhos, en inglés).

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
Foto de archivo tomada el 7 de mayo de 2003 muestra a 'Jaon' en el salón de clases de la profesora Ileana Cotes en el Colegio Brader. Foto: Archivo

Cuando llegó Jason a la vida de la profe, hace 20 años, ella solo contaba con un kennel para resguardarlo. Luego de rehabilitar y liberar unos 200 animales silvestres, cuenta con 6 recintos donde sus pacientes son ubicados de acuerdo a su especie, edad y condiciones de salud. Su casa se convirtió en El Refugio de Vida Silvestre ‘Jason’, para la recuperación de vida silvestre, en especial rapaces, particularmente búhos.

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
Lo que antes era la sala de la casa de Ileana Cotes, ahora es un salón de educación ambiental donde ha recibido visitantes de varias partes del mundo. Foto: Alexander Arosemena

Lo que antes era la sala de su casa, ahora es un gran salón de educación ambiental. El comedor fue transformado en un “gift shop” y una de las habitaciones en guardería para pichoncitos de búhos donde una incubadora hacía de madre a una ardilla bebé. Otra habitación es para la segunda etapa de recuperación, y el garaje de su hija ahora es un gran recinto de entrenamiento para vuelo y caza. En cuanto se “gradúan”, las aves son liberadas, pero no todas corren con esa suerte, como es el caso de ‘Darién’.

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
'Darién' un tucán pico iris (Ramphastos sulfuratos) rehabilitado pero si poder liberar ya que pasó mucho tiempo entre humanos. Foto: Alexander Arosemena

Los embajadores

Hace dos años, ‘Darién’ llegó al refugio con las alas mutiladas y sin cola, desnutrido, deshidratado y descolorido. Unos niños lo sacaron de su nido cuando era pichón para tenerlo de mascota, alimentándolo solo con pan. Hoy, ‘Darién’ está saludable, pero improntado, ya que estuvo mucho tiempo entre humanos y de regresar al bosque correría el peligro de ser atacado por otros tucanes. ‘Darién’ ahora es uno de “los embajadores”, que acompañan a la profe durante sus charlas de educación ambiental.

En el área de recintos, mientras monto el lente telefoto a la cámara, de reojo veo una ardilla saltar y siento sus garras, como agujas, clavarse en mi hombro para no perder el balance, aprieto los dientes, “¡Cuidado, te orina Alfredo!”, me advierte la profe entre risas. Por suerte solo se subió a husmear y no a marcar territorio.

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La profesora Ileana Cotes se especializa en la rehabilitación de aves rapaces pero le ha tocado atender multiples casos de otras especies de vida silvestre como esta ardilla llamada 'Alfredo'. Foto: Alexander Arosemena

El alboroto atrajo la atención de otro residente, una paloma de castilla, tuerta. Llegó al refugio hace un tiempo, destrozada, con un solo ojo, al borde de la muerte; hoy, ya gordita y de plumaje robusto, nos acompaña, vocalizando, como con ganas de participar de la conversación.

La ardilla y la paloma ya fueron liberadas, cuenta la profe, pero al parecer, prefieren quedarse. La paloma vive en una jaula que permanece abierta durante todo el día, pero al caer la noche, permanece cerrada y tapada. “Esto se pone violento durante la noche, cuando los búhos tienen sus clases de cacería”, dice.

‘Darién’, el tucán

Entro al recinto de Darién. Está inquieto, salta entre las ramas colocadas en su recinto, trato de seguirle el paso pero no logro enfocar. Me quedo quieto, mejor, y desde en una esquina observo sus movimientos, su baile, luego de dar tres saltos se queda quieto unos segundos mientras ruego que mire hacia arriba para que sus ojos capturen algo de luz y se llenen de vida. Podría quedarme aquí todo el día, pienso.

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Esta es 'Gema', un búho listado (Asio clamator) que perdió su ala luego de enrredarse con la cerca del centro penitenciario La Joyita. Foto: Alexnder Arosemena

Gema de La Joyita

En el recinto más grande, perchada en una esquina esta Gema, me observa con la intensidad de una madre sobreprotectora, ocultos tras de ella, dos búhos autillos, en etapa juvenil, inmóviles, “apenas tienen dos semanas de haber salido de la guardería”, comenta la profes, “En la naturaleza, Gema los hubiese matado, pero aquí, extrañamente los protege”. A Gema le amputaron un ala luego de estrellarse y quedar incrustada en un rollo de alambre de púas en la Joyita, un centro penitenciario de Panamá. No puede valerse por sí misma en la naturaleza, solo le queda ser embajadora.

Pasamos al último recinto, cilíndrico con un enorme árbol de noni en el centro, “fue sembrado por mis estudiantes cuando estaban pequeñitos, ya tiene más de 20 años este árbol. Este recinto es memorable porque fue el primero que construí para el buhito Jason”, cuenta la profe con nostalgia mientras saco el flash para rellenar con luz a un búho autillo, oculto entre las sombras de las hojas del noni. “La biología es una parte muy importante en mi vida de la ciencia natural. Siempre estuvo dentro de mi corazón tener un lugar donde pudiera apoyar a los animales y rehabilitarlos, pero no sabía cómo iba a ser el inicio: y ese inicio se dio cuando llegó un buhito”, recordó.

‘No son mascotas’: Profesora Ileana Cotes, la encantadora de búhos
'Esperanza' llego con una fractura de ala, de la que no se pudo recuperar y quedó como embajadora en el refugio. Foto: Alexander Arosemena

¿Y qué comen estos animales?

El menú varía según especie y edad, pero en la lista vemos larvas de escarabajo, ratones y cucarachas, pero no cualquier cucaracha, estas llevan una alimentación alta en proteínas y nutrientes: nada de cucarachas de alcantarilla, dice la profe riendo.


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