Los bailarines de danza contemporánea suelen utilizar su cuerpo para expresar emociones, explorar sentimientos y contar historias a través del movimiento. Y a lo largo de los 11 años que se ha realizado el Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, mejor conocido como Prisma, han sido muchas las historias que se han contado sobre los escenarios, y tantas otras las que se cuentan cuando se baja el telón.
En el ejercicio de querer enumerar algunas de estas anécdotas, la primera es, sin dudas, el propio objetivo del festival, que este año se llevará a cabo del 12 al 21 de octubre en distintos teatros del área metropolitana.
“El objetivo principal es desarrollar el sector de la danza en Panamá y formar público para la danza contemporánea en el país”, dice Ximena Eleta de Sierra, co-directora del Prisma, agregando otros propósitos importantes como el efecto democratizador del arte. “Esto es como una especie de tejido social que se forma alrededor del arte cuando es compartido, no cuando lo ves en casa, sino cuando lo compartes; eso tiene un efecto ecualizador, democratizador”, comenta Eleta de Sierra.
Esto está estrechamente relacionado con la búsqueda del festival de querer ser accesible para toda la población. Para las ediciones 2021- 2022 estiman cifras de más de 42 mil espectadores presenciales. Lo que lleva a la segunda historia.
Prisma contará con seis presentaciones gratuitas, como en el Biomuseo de Panamá el domingo 15 de octubre y el Centro Cultural La Manzana el viernes 20. Además, de 17 clases maestras gratuitas impartidas a artistas locales y la exhibición de micro-piezas de videodanza para los alrededor de 24,500 viajeros diarios del Metro de Panamá durante un mes.
Este año también se retomará la presentación para estudiantes de escuelas públicas del área de San Miguelito. Pero, dicha iniciativa ha estado llena de traspiés. Según los organizadores han recibido poco o nulo apoyo por parte de instituciones gubernamentales a las cuales se han acercado. Algo que también ha afectado a otras actividades del festival, como llevar presentaciones a distintas provincias, buscando precisamente aquello de querer hacerlo “accesible para todos”.
“El proyecto con los chicos de San Miguelito lo estamos haciendo con las uñas, y queríamos continuar con las presentaciones provinciales y expandirnos, pero no contamos con el apoyo necesario del gobierno”, confiesa Eleta de Sierra, quien a pesar de esta situación aseguró no culpar al Ministerio de Cultura, ya que “a pesar de que tenemos un Ministerio de Cultura ellos no tienen el presupuesto que deberían de tener. Esperamos que el otro año haya más fondos destinados a todas las artes en el país”.
Esto ha empujado a los organizadores a buscar la mayoría de patrocinadores y alcanzar su presupuesto, “desde 0 cada año”, para realizar el festival.

Bajo esta realidad, la siguiente historia por conocer es, sin dudas, la de las propias directoras de Prisma, Ximena Eleta de Sierra y Analida Galindo. ¿Qué las motiva a continuar realizando el festival? “Es una pregunta que me hago cada año cuando termina el festival”, dice Eleta de Sierra. “Suena cursi, pero es el amor. La pasión por la danza, el deseo de quererla compartir, de echar para adelante”.
Así, Prisma pretende que la historia final sea la que el público se lleve a casa, por eso al momento de invitar a las personas a acudir al festival, Eleta de Sierra, espera que las personas “se dejen conmover, que se expongan, que se atrevan, que se salgan de su zona de confort. En ediciones anteriores hemos presentado piezas fuertes, piezas con desnudos y la clausura de este año tiene humor negro. Pero no se trata de cuestionar el significado de cada pieza puesta en escena, sino de sentirlas”.


