No está mal. Bollo preñao no es tamal. Pero La Chorrera integra la ruta del tamal, que une la comunidad latinoamericana. Palabra indígena del náhuatl, que significa envuelto.
Está bien envuelto ese tamal. Pamonha, en portugués. Envuelto con muchos enredos de hilos para que no se descuaderne y la masa no se precipite como caballo desbocado.
En la fiesta del nacimiento de Jesús, es tradición consumir ese tipo de delicia, y la industria se amplía y la comedera también. Se multiplica la promesa de renovar o empezar la dieta en año nuevo.
¡Qué tamal! Aquello que nació mal, ‘ta mal, y mal termina. Ese lío de la mina. Si llega a cerrarse, ni hacha ni calabaza ni miel. Corresponsal en Toronto me relata que fondos de pensión en Norteamérica sueñan crecer con la explotación minera colonense.
No confundas exploración, explotación y exfoliación. Estos envueltos tienen el sello latinoamericano. La tecnología se remonta a 5.000 u 8.000 años antes de Cristo. Puede ser que el epicentro haya sido México.
Cultura de maíz. Mueles los granos y el punto de partida es esa masa, la que se condimenta con tomates y especias, y una porción se rellena de un pedazo de pollo o cerdo, o presas de ambos, si esa es la receta. Esa porción se cubre con hoja de plátano y se recubre con hoja de bijao (o maguey). Viene el proceso de hervirlo por un periodo no sé si de una hora o más.
El tamal de la mina es complejo y está en su fase de posverdad, fake y ocultación (y hasta de ocultismo). Hablar por redes sociales del tamal es más tentador, ya que, al ser producto precolombiano, estamos más informados. El tamal minero es de 1997, de la era vacuna, cuando se aprobó y sancionó el proverbial contrato ley, que pone patidifusa la institucionalidad del Estado. ¿Qué Estado? Si ya existía Código Minero, ¿por qué sazonar contrato ley?
Hoja de plátano, hoja de bijao y maíz están a la disposición. Se goza de seguridad alimentaria. A diferencia del guandú, el precio del pollo no se ha disparado, pero, ¿por qué el relleno suele ser fotostático? Un cibernauta previene: no lograrán la gloria de Dios aquellas tamaleras que estiren de una libra de pollo hasta 200 envueltos.
La palabra Dios la han prostituido. La usan para todo. Incluso dicen que Messi es Dios. Puede que sea un dios y que no le guste el envuelto navideño nuestro. El mate, juro, que sí. No creo que Dios, el Ser Superior, dedique tiempo para supervisar el control de calidad de los tamales y su precio. Si tuviera tiempo verificaría el precio sobreabultado de los medicamentos. Ayer me relataron de un medicamento que en la tierra panamensis cuesta 50 veces más que en la Grecia actual, no la de Aristóteles.
El relleno llega a ser de una hilacha o tirita de pollo. No lo creo. Ni siquiera se inserta hueso que le aporte sabor. Pero sí dos aceitunas y dos pasitas. ¿Y si no lo quiero con pasita? Si esa es la realidad, se propone la alternativa del tamal vegano, sea con zanahoria, zapallo, yuca, berenjena.,. y amor, precio justo, calidad y pasión.