Tierna, emotiva y divertida, Robot Dreams; de Pablo Berger es una película animada que nos cuenta la historia de un “perro”; antropomórfico que cultiva una amistad con un robot en la ciudad de Nueva York durante los años ochenta.
La tragicomedia debutó a nivel internacional hace casi un año en Cannes y fue considerada entre las mejores producciones animadas del año pasado, al ser una de las nominadas al Oscar a la mejor película animada.
Robot Dream; tiene la particularidad de ser una película animada sin una sola pieza de diálogo, lo cual la convierte en un ejemplo muy completo de la narrativa visual en el cine.
Evoca el estilo de las primeras películas animadas y el cine mudo, a principios del siglo XX. En una comparativa más moderna, se ven similitudes con la narrativa de Wall-E, que descarta el diálogo y se enfoca en los elementos visuales para avanzar la trama de la película. Esta decisión, si bien brinda un sabor único y diferente a la película, es osada, ya que el peso total de la historia recae en la calidad de la animación, y la capacidad del director de transmitir ideas solo con imágenes.
A pesar de este riesgo, Robot Dream sobresale de forma estelar. La historia que nos cuenta es directa y sencilla, pero efectiva. La animación es minimalista y no tiene la ambición visual de las películas de Pixar. Sin embargo, esto no quiere decir que no sea de altísima calidad. Las expresiones faciales y cómo se desenvuelve el mundo son adorables y creativas. A pesar de ser una película que se siente pequeña e íntima, el trabajo que la animación lleva detrás es evidente y de nivel.
Emocionalmente, la película logra momentos brillantes, creando situaciones y relaciones creíbles que nos brindan momentos de pura alegría, profunda tristeza y nostalgia. La temática de amistades y relaciones profundas es explorada de forma magistral, adaptando complejos mensajes sobre las relaciones que atesoramos y las que dejamos atrás en un paquete que es entendible tanto para la audiencia más joven como para los mayores. Los golpes emocionales que la película brinda son auténticos y merecidos, y son el producto de personajes e historias con los que la audiencia conecta desde el primer minuto, y con los que resulta fácil vernos reflejados.
Robot Dream es una pequeña joya del cine animado moderno. Si bien gran parte de la animación cinematográfica está dominada por estudios americanos multimillonarios o por estudios orientales, es refrescante ver producciones de otras partes del mundo capaces de cautivar con una historia sumamente humana y una visión creativa que rinde homenaje a los orígenes del género. Se trata de una película digna de ser vista, de una rama del cine animado que ojalá llegue con más frecuencia a las pantallas grandes de Panamá.


