Cuando se trata del sistema de pensiones del Seguro Social (en adelante, SS), las tres últimas administraciones han mirado y miran para otro lado. Como si el problema fuera de Burkina Faso, que estrena dictadura. El día que ese Barú estalle, esa lava escupirá el rostro de cada uno de los istmeños.
En 2019, el “hoyo” del fondo de pensiones alcanzaba los 19 mil millones de dólares. ¿De dónde podemos sacar esa plata? Se calcula que, dentro de diez años, ese “hueco” puede llegar a los 75 mil millones. No todos tienen entendederas para esas cifras. Nuestra riqueza nacional anda por esa cifra, y el endeudamiento oficial equivale a dos terceras partes de ese número.
¿Cuánto cubre el “incentivo” minero?
En el 2024, para atender las pensiones se requiere 800 millones: en el 2025, 1,000 millones y en el 2026, 1,200 millones. Todo para compensar ese beneficio adquirido.
Un actuario oficial me relató hace lustros que se cruzaron variables en 3,000 fórmulas matemáticas y que ninguna fue milagrosa para sacar de la chistera el conejo de la estabilidad de las pensiones. Cuesta mucho entender ese SS, ya que el monstruo lo integran cuatro programas, unos sanos en las finanzas y en la administración todos fallidos. Cuando hablas de las pensiones, no pocos oyen que en las farmacias faltan medicamentos o en las salas camas hospitalarias.
Cuando fue creado en 1941, en la primera administración de Arnulfo, cuando el asegurado se jubilara, en promedio, disfrutaría cinco años del beneficio hasta que se petateara. Hoy esa diferencia es superior, y el SS está obligado a atender el compromiso por mucho más tiempo y con menos ingresos. En 2024, podrán votar hasta 2,500 adultos centenarios.
La última reforma se llevó a cabo durante la administración Martín, en 2005, cuando se creó un sistema mixto, cuyas cuentas individuales acumulan 6,000 millones, que empezarán a ser compensadas en 2034. Existe un proyecto legislativo que prevé revolver el “hueco” deficitario con este fondo. ¿No piensas ni bostezar?
En Francia, es de 83 años la expectativa de vida al nacer. (86 de la mujer). El presidente Macron presiona para subir dos años la edad de jubilación, de 62 a 64 años de edad. Se le ha formado un trepaquesube.
Falta quién se atreve a mover las variables, esas medidas paramétricas, la relación entre aquello que se requiere y el diseño resultante. Esas variables son la edad de jubilación, el número de cuotas para jubilarse, el incremento de la cotización por parte de los actores y la tasa de reemplazo para recibir el beneficio.
A diferencia de la familia numerosa imperante cuando se inauguró el sistema, hoy la tasa de natalidad es de 1.5 promedio. El número de hijos tampoco es suficiente para sostener el sistema. Y las reservas son consumidas y los ingresos no crecen lo suficiente.
El SS, además, sostiene una planilla abultada, en parte innecesaria, y que es blanco del clientelismo diputadil. Como si fuera poco, el rendimiento de las reservas en la banca oficial es aproximado al 2%. El Siacap, con un a treintena de funcionarios y una administración técnica, acumula fondos por 800 millones de dólares, con tasa de interés estimada de 3.5%, con depósitos en varios bancos.
El autor es docente, periodista y filólogo