Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, Nicaragua, 1942) es uno de esos escritores que le da tanta importancia a su papel como ciudadano como a su trabajo literario.
Dice que si bien el primer compromiso de un escritor es con la literatura, eso no significa que deba dejar de lado la necesidad de preservar un ambiente de libertad y democracia.
De hecho, el premio Cervantes 2017 y autor de Adiós muchachos (1999) es una de las caras visibles de los exiliados del régimen de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Es uno de los más de 300 ciudadanos nicaragüenses a los que el régimen de Ortega los declaró apátridas.
Ramírez formó parte, al igual que Ortega, Moisés Hassan, Alfonso Robelo y Violeta Barrios de Chamorro, de la la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en 1980 después que la revolución sandinista derrocara al tercero al tercero de los Somoza: Anastasio Somoza Debayle. Luego sería electo como vicepresidente de la República para el período 1984-1990, en una nómina que lideró el propio Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Su visita a Panamá
Por estos días Ramírez, creador y presidente del festival Centroamérica Cuenta, está en Panamá como parte de la organización del próximo encuentro literario de este nivel en nuestro país que se celebrará en 2024. Lo hace justo después que concluyera la cita de 2023 en República Dominicana.
Ramírez atendió a este miércoles 24 de mayo a este diario en la embajada del Reino de España, país que le dio la nacionalidad en 2018. También tramita la nacionalidad de Ecuador y Colombia, tras el ofrecimiento de sus gobiernos.
El más reciente golpe contra los opositores en Nicaragua fue quitarle el título a 25 abogados críticos del régimen. Ello a pesar de que Ramírez nunca ejerció esa profesión. Pero de esta forma se afectan la labor de muchos defensores de los derechos humanos.
Ramírez plantea que Ortega, quien se reeligió por un quinto mandato en noviembre de 2021 tras encarcelar a sus contendores, ha venido destruyendo paulatinamente las instituciones. “No queda nada; ni el ejército ni la Policía ni la Corte Suprema ni el poder electoral ni la Asamblea Legislativa. Solamente el poder personal de él y su esposa”, dice. Ramírez rompió con Ortega en la década de 1990.
Lamenta que poco a poco la mayoría de los países de la región hayan debilitado su posición respecto a Nicaragua, que pasó de una alerta, con una amplia mayoría de rechazo en la Organización de Estados Americanos (OEA), a una situación de olvido, “casi anecdótica, que ya no impresiona a las cancillerías”. Ello pese a las graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo el encarcelamiento de sacerdotes, cierre de medios, cierre de ONG y de organizaciones como la Cruz Roja y la Academia de la Lengua.
Débil institucionalidad
Pero no es un tema exclusivo de su país. A su juicio uno de los problemas de América Latina es el deterioro institucional que ha progresado a la par de fenómenos como la desigualdad, el narcotráfico y la corrupción.
“La democracia no es solo elegir gobernantes periódicamente; significa institucionalidad: transparencia, fortaleza de órganos de control; que los tribunales de justicia funcionen y sean capaces de juzgar a quien sea. Todo esos son déficit que tenemos”.
Agrega que el narcotráfi se ha convertido “en una fuerza disolvente de la sociedad” por su enorme poder económico y su capacidad para corromper todos los sectores con la promesa de riqueza instantánea, “capaz de reclutar a un ejército” de personas para transportar y mercadear la droga. Solo instituciones fuertes -agrega- pueden frenar estos fenómenos.
¿Un máquina capaz que escribir libros?
En otro tema, respecto a los avances de la inteligencia artificial, que ha afectado en casi todos los campos, Ramírez señala que no es algo que deba asustar a nadie, porque solo es signo del progreso de la civilización. Le inquieta, eso sí, la sustitución de identidades, el robo de datos o su mal uso en la educación, pero es algo -agrega- que debe resolverse con marcos legales con un fuerte enfoque ético.
Dice que no tiene dudas de que en el futuro pueda haber una máquina “capaz de escribir la novela perfecta”, pero jamás se podrá decir que fue escrita por un humano. “Seguramente podrá ser de un libro de consumo popular, con el mismo argumento; de esos que hacen los malos escritores”.
Prepara una nueva novela
La obra más reciente de Sergio Ramírez se publicó en 2022. Se trata de libro de relatos titulado ‘Ese día cayó en domingo’. Además ha publicado, entre otros, ‘Oficios compartidos’ (1994), ‘Un baile de máscaras’ (1995), ‘Margarita, está linda la mar’ (1998) y ‘Sombras nada más’ (2002). En estos momento trabaja en una novela que pretende publicar en febrero de 2024.