Consuelo Tomás, a la par de otros valiosos intelectuales, fue nombrada Académica Correspondiente de la Academia Panameña de la Lengua. Por ello se reúnen dos recensiones poco conocidas de hace años relativas a su obra.
Vagamente, y a la (cercana) manera de Consuelo Tomás, en sus Poepitafios, que estrenó en el recital; también a la manera de Edgar Lee Masters en su Spoon River Anthology, que ahora se canta y está en cd; y, recordando a los poetas de Boedo, en Buenos Aires, va esta reseña a Mujeres de espíritu, recital que, en el Museo del Canal Interoceánico de Panamá, se tuvo el martes 2 de mayo de 2001, con Berna de Burrell como Moderadora. En él se leyeron versos de Moravia Ochoa López, Consuelo Tomás y Elsie Alvarado de Ricord (en sus propias voces) y de Gloria Young, en voz prestada.
M.O.L.
No sé si habrá loa/ para Ochoa. / Mas, como para Octavia, / para Moravia / sobrará. / La Fama te lo dirá / donde quiera que la topes: / “Este nombre durará. / ¡Viva López!”
G.Y.
Nació buena, como todos. / Por ello, ni por esos lodos / de la política / dejó la lírica. / Cuéntelo la Historia: / Ni vejez ni olvido sufrió: / Fue siempre Young, siempre Gloria.
C.T.
(No tú, sino vos...). / Nombre y esencia, sos los dos. / Pido que, ya que podés, / con tus versos consolés. / Y, es que, repartiendo, vos, / a éste o a aquél, y más y más, / Consuelo Tomás.
E.A.R.
Rimando anoto, y con pudor, / el nombre, estilo y el valor / de la que en versos dio candor, / luz, pasión, desafío, amor: / Elsie Alvarado de Ricord.
De la propensión a confesar ternuras y rabias al leer a Consuelo Tomás
Consuelo Tomás Fitzgerald, Libro de las propensiones, Imprenta Boski, Panamá, 2000.
A pesar del título, el nuevo poemario de Consuelo Tomás Fitzgerald (Bocas del Toro, 1957) no es un libro, sino una “Colección de poemas en postales armables”, que lleva la advertencia “Usando como referencia esta imagen [una que aparece reproducida] puede armar un rompecabezas con el dorso de los poemas de esta colección”.
El libro, si así se lo quiere llamar, es un conjunto de postales de distinto tamaño con versos en el reverso, encarpetadas en una funda amarilla a la que rodea una faja impresa en el anverso y el reverso. (Aparecen retratos de la autora en la faja). Hace tiempo Consuelo Tomás dejó su impronta en la literatura panameña con cuentos o poemas muy originales. Obtuvo el Premio Literario Ricardo Miró tanto en cuento (con Inauguración de la fe) como en poesía (con Agonía de la reina) en el mismo año. Publicadas ambas obras en 1995, ofreció también por esa fecha El cuarto edén. Si los cuentos explotaron la vena social, El cuarto edén demostró la más atrevida veta erótica femenina, poco común en Panamá.
Nada sorprendentemente, el Libro de las propensiones aúna ambas vías. No podía ser para menos, pues Consuelo Tomás manifiesta en la literatura lo que ella es: un ser integral que medita sobre el yo social y el yo íntimo.
De la llamada “poesía femenina” se espera que se concentre en el amor erótico y sólo en él. Una falange de poetisas de todas las regiones del mundo han estado deshaciendo este malentendido, pero el mito sigue en pie.
Consuelo empuña ora la flor ora la espada y demuestra, una vez más, que la poesía femenina no tiene por qué ser sólo a lo Delmira Agustini, sea el comentario hecho sin afán de denostar a la importante escritora uruguaya.
Unánimemente en verso libre, los poemas de esta colección llevan todos un título que comienza “De la propensión...”. Ésta puede ser “a los accidentes”, “a los tratos con el fuego”, “a la puntualidad”, “a escribir poemas con los brazos abiertos” y otras propensiones más.
En “De la propensión a perder llaves”, Tomás afirma que “He perdido muchas llaves en la vida”.
Las enumera: “la del éxito”, “la de la felicidad”, “la del conocimiento”, “la de la inmortalidad”, “la de tu corazón”. Y finaliza: La única llave que conservo/preserva mi inocencia/ en algún lugar de la caja del cuerpo. Sólo para no perderla/escribo versos.
Confieso, con mucha ternura y ninguna rabia, que es la misma razón de la propensión que tengo de leer los versos y la prosa de Consuelo Tomás.
El autor es profesor de lenguas
