La Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuya competencia es aceptada por Panamá y otros 19 Estados, emitió hace casi 5 años opinión favorable sobre el matrimonio entre personas de igual sexo, con fundamento en la Convención Americana de Derechos Humanos.
Esa convención es un tratado obligatorio para los 25 países que la han ratificado o han adherido, como Panamá. Nació como efecto de la Segunda Guerra Mundial para acallar la bestia que nos maltrató y propició el tambaleo del planeta. Las violaciones de los derechos humanos son conocidas por la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana, con sede en San José desde 1978. Tribunales similares existen en Europa y África.
La Corte ejerce una función contenciosa, como la resolución de casos contenciosos y el mecanismo de supervisión de sentencias. Ausentes: Estados Unidos y Canadá. Aceptan la competencia 20 naciones, como Argentina, Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Panamá. Ninguno puede ignorar una decisión de ese tribunal, entrar en el ‘juegavivo’ o desconocerla.
Nos encontramos en la era de ese tipo de matrimonio y el reconocimiento de derechos de los homosexuales (alguien afirma que el término es discriminatorio, y otros cree que es ofensivo). Existencia objetiva de la homosexualidad. Se expone origen genético-biológico y también el de una construcción social. Hace más de dos décadas surgió esa tendencia matrimonial en Países Bajos, en 2018 visitado por el presidente Varela y quien, en ese terreno, afirmó que de aquella nación hay mucho que aprender.
Países Bajos (apodado Holanda, una de sus regiones) expuso el banderazo de una corriente que hoy es común en Europa, salvo excepciones. Por recomendación, incluso, del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa.
Mientras es tendencia que heterosexuales rechacen la idea de contraer matrimonio, sí se cotiza entre parejas de homosexuales. Es el reconocimiento social, cultural y jurídico que regula la relación y convivencia de dos personas del mismo sexo, con iguales requisitos y efectos que los existentes para los matrimonios entre personas de distintos sexos.
En 2005, España lo estableció y desde entonces debe haberse casado un promedio de 3.500 parejas por año (60 % de ellas de varones). Cuando la moda se implante en nuestro país, ¿cuántos matrimonios y divorcios deberán atender los tribunales? Hay activistas que dan la cara, pero, en realidad, ¿cuántos hombres y mujeres saldrán del armario?
Argentina, en 2010, se convirtió en el primer país latinoamericano en establecer ese tipo de matrimonio. No les ha caído, tras esa decisión, ninguna meteorito. Colombia se sumó en 2016.
En Alemania, está permitida la adopción de niños por las parejas, una materia que aún no ha entrado en discusión en nuestro medio. La adopción está autorizada por ley en un reducido número de territorios europeos, norteamericanos, y países como Argentina, Colombia y Brasil.
En Australia, han detenido debates legislativos por el temor al impacto de las campañas de odio. La Comisión Nacional de Salud Mental lo ha advertido.
Un juez federal de Brasilia permitió de forma cautelar a los psicólogos tratar la homosexualidad como una enfermedad y llevar a cabo terapias de “reversión sexual’, práctica prohibida por el Consejo Federal de Psicología de Brasil desde 1999, para el que provocan secuelas y agravios.
En los últimos años, dos hombres en China han denunciado en los tribunales haber sido sometidos a descargas eléctricas para “curar” su homosexualidad, según la organización HRW (Human Right Watch).
La homosexualidad no es considerada como una patología, según la Organización Mundial de la Salud.
El ayuntamiento de Sao Paulo ha promovido casamientos colectivos, en el que han formalizado su unión civil parejas de gais y lesbianas.