Súper héroes con puño de hierro



La esposa entre en el despacho presidencial del palacio de Miraflores y le pregunta a su marido: “¿qué estás haciendo, Nico?”. Y él, sin dejar de mover mecánicamente la mano que firma, responde, con mirada inspirada: “estoy aprobando proyectos para beneficios del pueblo”. Un tío Sam maligno, en su propio despacho, comenta con sonrisa diabólica, y dice: “no habrá beneficios para tu pueblo después de lo que tengo preparado”; y aprieta un botón para poner en marcha a Extremista, el monstruo de cinco cabezas.

Esto bastará para que el presidente Maduro, igual que lo hace Supermán, se quite su ropa de diario y quede vestido con su colorido traje de superhéroe, rojo y azul, pantaloneta y capa incluidas, y se lance en raudo vuelo para enfrentar al monstruo que busca sembrar en las calles el caos y la destrucción, y lo venza con unos cuantos golpes de su puño de hierro.

¡Otra tarea cumplida para SuperBigote, en defensa de la patria y la revolución bolivariana! Pero la serie de dibujos animados, que muestra a SuperBigote desplegando superpoderes para enfrentar al enemigo imperialista, se completa con los doce millones de muñecos del súper héroe y la super heroína repartidos a los niños de las barriadas en la Navidad de 2022. Una pareja invencible, porque su esposa Cilia es como la Supergirl de Supermán, y viste atuendo colorido.

SuperBigote derrota siempre a los villanos y malvados, porque es invencible, es invulnerable, y es infalible; más que Supermán, porque no hay kriptonita que pueda debilitarlo. Estamos en el mundo de los dibujos animados donde la realidad sale sobrando.

En ese mundo de los colores planos, no existe ni la corrupción ni el despilfarro, ni las fortunas multimillonarias trasegadas a los bancos de Andorra.

Poco importa que los superhéroes populistas del siglo veintiuno se proclamen de izquierda o de derecha, lo importante para sus propagandistas es establecer su invulnerabilidad. Si bien aún hay aún dibujos animados de SuperBukele, el presidente de El Salvador, sus expertos en imagen, que, por cierto, son también venezolanos, se encargan de presentarlo como un súper presidente super cool, que hace su entrada en los escenarios entre chorros de luz.

Como el video de su visita a la mega cárcel, el ultramoderno Centro de Confinamiento del Terrorismo, toda una superproducción con tomas de drones, planos rasantes, las crujías con los camarotes de tres pisos donde los presos, en camisetas y shorts blancos, se encaraman como pájaros extraños, los sigue la cámara cuando corren para acuclillarse en las crujías en pelotones cerrados, primeros planos de sus rostros tatuados, las cabezas rapadas. Y él recorre las instalaciones espectrales, un mundo distópico como los de Orwell o Margaret Atwood, mientras el sumiso jefe de la prisión va dándole respuestas ensayadas a las preguntas ensayadas: aquí no vienen los presos para ser reeducados, señor presidente, sino a pagar la deuda con la sociedad. El que entra aquí no sale nunca más, señor presidente.

El joven presidente de la gorra al revés y la barba bien recortada, es popular, sin duda; ha impuesto la paz y el orden contra las pandillas bajo un permanente régimen de excepción, las garantías ciudadanas suspendidas, y acaba de ganar las elecciones por el 85% de los votos.

Y tampoco se equivoca nunca. Tiene una respuesta certera para todo, brilla por su sagacidad, y es capaz de dejar callado, y humillado, al más pintado, si intenta cuestionarlo, o contradecirlo, así se trate del sabio más versado en derecho, del economista más sabido en criptomoneda, o del periodista más sagaz y agudo.

Abundan en las redes los clips sembrados por sus gurús venezolanos, donde se le ve de pie frente al atril, escuchando con paciente talante la pregunta de su víctima, y ya sabemos que el impertinente morderá el polvo de la derrota ante la contundencia demoledora de la respuesta que lo dejará deseando nunca haber preguntado. “El mejor presidente del mundo” no sólo es cool, es infalible.

La política como tira cómica. Toda una épica contada, cuadro tras cuadro, en dibujos animados.


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