Antonio Fernández Gómez nació el 13 de enero de 1923. Era sábado. Con uso de razón, creó su pseudónimo, su marca de guerra: Tony Fergo. Supe del Tony humorista cuando yo era colegial, El Niño de dentro, y adquirí en Farmacias Revilla, frente al Parque de Cervantes, en mi natal David: Qué pobres somos los ricos y Los verdes viejos verdes. Disfruté los relatos de gente disfuncional, y, a veces, feliz. Remiré la foto de Tony, y admito, que, como se trataba de un close up, siempre pensé que el escritor era el antiguo delantero de algún club de baloncesto.
En 2006, inauguré en KW Continente, cuando el dueño era Cañita, el programa radiofónico dominical ‘A corazón abierto’, de biografías.
Lo entrevisté sobre pasajes de su historia personal, e incluso sobre una de sus hijas, en ese tiempo primera dama, Vivian, y de quien supe que, un día, de niña, se le suspendió ver el drama detectivesco televisivo Baretta, y, cuando llegó la transmisión de la serie ese domingo por la noche, toda la familia había resultado castigada.
Tony andaba por los 85 años y, desde entonces, durante una década, desarrollamos una gran amistad, con el padrinazgo de Cañita. Este señor que no había sido jugador de baloncesto confesó que era lector empedernido de esta columna, que se remonta al domingo 2 de octubre de 2002. Veinteañera.
En 2009, grabamos el mejor programa de ‘A corazón abierto’. Sobre Trespatines. Tony, in situ, conoció todos los trucos de la gestación del programa estelar del humor latinoamericano, con Leopoldo Fernández de protagonista.
En diciembre de 2010, grabamos un especial, para el programa ‘Viva la tarde’, en honor a Osvaldo Farrés. “Siempre que te pregunto ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? y ¿Dónde? Tú, siempre, me respondes: Quizás, Quizás, Quizás”. Tesoro latinoamericano, amigo de Tony, y cuyas canciones la interpretaron desde Pedro Vargas hasta Benny Moré, pasando por Nat King Cole.
Compartimos durante tres años el estudio en un programa cada luna llena. Cada 28 días. En directo y en vísperas de luna llena. Un homenaje a Dios, a la naturaleza y a los terrícolas. Cuando Tony llegaba había fiesta en la emisora. Su simpatía y sentido del humor inundaban toda la Vía Argentina, en una de cuyas orillas estaba asentada la radioemisora.
Ensayamos varios proyectos, como el de ampliar su canción de ‘Las 9 provincias’, que regrabó a las 10 actuales, a cada uno de los municipios patrios, y hasta a cada corregimiento.
En su colección de artículos Estupideces dominicales, indagó sobre genialidad y locura.
Era un vacilador profesional. Con respeto y siempre buscando una sonrisa a cada situación. Le decía que su trabajo creativo estaba en directa relación con los cambios mentales y que determinadas situaciones aumentaban la fluidez de sus pensamientos.
No quiere decir que todos los genios padezcan de trastornos mentales, ni tampoco que todos los locos sean genios. –Tú no estás loco de remate, Tony- le disparaba, y se reía.
Nació en la cubana Guanabacoa, y adoptó temprano a Panamá como su patria, donde desarrolló un extraordinario aporte a la creatividad, a través de la publicidad (el jingle de primero), la escritura y la música.
El autor es docente, periodista y filólogo