Todos podemos sentir ansiedad alguna vez en su vida. Sin embargo, las personas con episodios de ansiedad suelen experimentar miedo y preocupación de manera excesiva. Estos sentimientos suelen ir acompañados de tensión física y otros síntomas conductuales y cognitivos, según enfatiza la Organización Mundial de la Salud.
Durante una reciente visita a ciudad de Panamá, conversamos con el rabino Gabriel Benayon, autor del libro De mi ansiedad a tu felicidad, donde narra en primera persona cómo enfrentó la ansiedad y el pánico. Benayon, nacido en Uruguay, comparte tres consejos para quienes están enfrentando cuadros de ansiedad. Aquí van:
Identificar que hay un cuadro de ansiedad presente: Esta ansiedad llegó por algún desafío, lo que es causante de los pensamientos negativos, emociones de miedo, síntomas y sensaciones de pánico. Una vez se reconoce que este “desafío” está presente, se podrán buscar los métodos efectivos para poder sanar.
Ser neutrales: Cuando llegan todas esas sensaciones negativas, tratemos de ser lo más neutrales posible. No hay que pensar que esas emociones realmente nos definen. Más bien, son como nubes negras que, si dejamos pasar (y no reaccionamos), se irán. No obstante, si respondemos al miedo con más miedo, el sentimiento será peor. En otras palabras, es importante no estremecerse.
Respirar, respirar, respirar: Es necesario aprovechar la respiración, un proceso importante que debe utilizarse de forma adecuada en estos casos. Según el rabino, las respiraciones están conectadas con nuestra alma. Si aprendemos un método de respiración correcta, encontraremos mucho sosiego y tranquilidad en estos momentos tormentosos de la ansiedad.
Los trastornos de ansiedad son los trastornos mentales más comunes del mundo: en 2019 afectaron a 301 millones de personas, según información de la OMS. Afectan más a las mujeres que a los hombres.
De acuerdo con este organismo, aunque existen tratamientos muy eficaces para este tipo de trastornos, solo una de cada cuatro personas que lo necesitan (27.6%), aproximadamente, recibe algún tratamiento.
Entre los obstáculos a la atención figuran la falta de concienciación de que el problema es una afección de salud que puede tratarse, la falta de inversión en servicios de salud mental, la falta de proveedores de atención de salud capacitados y el estigma social.