La Sociedad Bolivariana de Panamá (SBP) realizó la noche del 5 de octubre un acto en homenaje a uno de los aportes literarios más destacados del libertador de América Simón Bolívar, el poema en prosa Mi delirio sobre el Chimborazo, en el que expresa en ese 13 de octubre de 1822 su sentir sobre el rol que le tocó jugar en la denominada Campaña del Sur, que significó en la práctica un esfuerzo final para expulsar a los últimos reductos de la dominación española que todavía permanecían en el territorio de la Gran Colombia.
Unos sentimientos y sensaciones que fueron evocados mediante la interpretación de la declamadora Rosina Trombetta de Vallarino de un poema en el que se pueden destacar estrofas como esta: “Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía”.
A partir de ahí narra lo que pareciera una experiencia sobrenatural en la que Bolívar conversa con un Dios -cuyo semblante es ceñudo, calvo e inclinado- que le insta a “decirle la verdad a los hombres”.
La prosa detalla que Bolívar en un estado absorto y exánime en el que queda pasmado ante tal revelación. “En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio”, finalizó.
Una experiencia divina cuyas palabras le brindaron inspiración en los momentos difíciles y que están reseñadas en un poema realizado en un instante crucial de la historia latinoamericana, tal como lo rememoró el presidente de la SBP, Carlos Guevara Mann, en su disertación en la que consideró que ese delirio que alguna vez expresó Bolívar sobre el Chimborazo debe ser tomado en cuenta como un aporte al mejoramiento moral y espiritual de la humanidad.
“Ese aspecto de su múltiple figura —el de maestro— perdura a la par de su actuación de guerrero, de libertador, de estadista, de escritor. Bolívar, me honro en decirlo, es mi principal maestro en materia política, de virtud cívica, de ciudadanía”, confió el profesor de ciencias políticas al público presente durante el acto.

Así mismo, consideró que las hazañas y testimonios de Bolívar son una fuente “inagotable” de aprendizaje sobre aquellos tópicos que conciernen a lo que debería ser la buena conducción de un gobierno y la moral de los ciudadanos así como otras cuestiones relacionadas a la naturaleza del ser humano y su ubicación en el tiempo, el espacio y la creación.
La vorágine en la que está sumergido Bolívar era excepcional. En plena Campaña del Sur, se entera el 28 de enero de 1822 mientras se encuentra en Popayán, actual Colombia, de acontecimientos significativos como la declaración de independencia de Panamá -que sucedió entre el 10 y el 28 de noviembre de 1821- al tiempo que se enfrenta al Ejército del Imperio español en la localidad de Bomboná, también en Colombia, a principios de abril de 1822.
El 24 de mayo, uno de los colaboradores más cercanos de Bolívar, Antonio José de Sucre, triunfó sobre el Ejército español en Pichincha, actual Ecuador. Al enterarse de ese triunfo, Bolívar decide emprender el camino hacia Quito donde es recibido con júbilo el 16 de junio de 1822. La vida personal del estadista se ve marcada ese mismo día al conocer al que sería su más grande amor, Manuela Sáenz, quién llega en un momento donde Bolívar sabe que aún tiene mucho trabajo por hacer como la liberación completa del territorio peruano que se encontraba ante el yugo español.
Cuando Bolívar decide desplazarse hacia la costa ecuatoriana entre finales de junio y principios de julio de 1822, es cuando avista por primera vez el Chimborazo, el lugar en el que se inspiró para redactar este poema. Algunos de los personajes a los que hace alusión el libertador son el matemático francés Charles Marie de la Condamine y el naturalista prusiano Alexander von Humboldt. Incluso Bolívar coincidió dos veces con Humboldt. La primera en París, en 1804 y en Roma, en 1805, respectivamente.
Bolívar también hace uso de referencias mitológicas tales como Iris, quien es la mensajera de los dioses en la mitología griega y Belona, la diosa romana de la guerra. Un poema en el que también rinde homenaje a las maravillas naturales de América como el río Orinoco, las fuentes del Amazonas y el verdor de la cordillera andina.
En síntesis, el poema de Bolívar muestra a alguien consciente de las metas que pudo cumplir a sus 39 años de edad y que lo inmortalizarían como una figura imprescindible en los libros de historia de América Latina. El Dr. José de la Cruz Herrera, quien fue presidente de la SBP, expresó que el poema revela el “complejo espíritu de hombre guerrero, estadista vigilante, caballero social, genial pensador, patriota inmaculado” que era Bolívar y añadió que un “hombre más completo y equilibrado de dotes es imposible encontrarlo en la historia”.


