Hace casi un año era tan solo un sueño: ver por primera vez a mi país representado en la Bienal de Arte de Venecia, uno de los eventos internacionales de mayor relevancia en el sector artístico y cultural, con una trayectoria de más de 120 años.
Este sueño se materializó en una investigación curatorial que me atreví a presentar como propuesta para la participación de Panamá. Todo comenzó como una idea que imaginaba cómo podríamos representar la riqueza cultural de nuestro país en un escenario internacional tan prestigioso.
¿Y de qué era la investigación, exactamente?
Como directora y curadora en jefe del Museo del Canal de Panamá, una institución sin fines de lucro dedicada a la investigación, preservación y exposición del patrimonio de Panamá y su Canal, he trabajado junto a un equipo increíble en la renovación de exposiciones que ilustran la evolución de nuestro país como ruta.
Panamá ha sido una tierra de tránsito, comercio y contacto cultural desde su surgimiento, un país moldeado por la llegada y el paso de personas desde su origen. Recientemente ha recibido la atención del mundo debido al enorme movimiento de migrantes por el llamado “tapón” del Darién, el cual atravesaron más de 500,000 personas en el 2023, un tercio de ellos niños, huyendo de situaciones de violencia y condiciones socioeconómicas adversas. Mi investigación curatorial buscaba repensar nuestro rol como “puente del mundo” dejando atrás la percepción comercial que históricamente hemos resaltado, con el fin de ilustrar las huellas perdurables de la migración y las realidades muchas veces ignoradas de cientos de miles de personas que cruzan nuestro istmo, marcando un sendero hacia la empatía.
Hace casi un año, envié dicha investigación a la Fundación de la Bienal de Venecia.
La noticia de que nuestra propuesta fue recibida positivamente resonó en los pasillos del Museo del Canal. El respaldo oficial llegó en octubre 2023, cuando la ministra de Cultura de Panamá, Giselle González Villarrué, avaló nuestra participación nacional en la Bienal de Venecia y nos brindó su apoyo para llevarla a cabo, designando a Itzela Quirós como Comisaria del pabellón. La confirmación definitiva llegó en noviembre, cuando recibimos del presidente de la Bienal de Venecia, Roberto Cicutto, la invitación formal para participar en 2024.
Fue un momento de orgullo y satisfacción, pero también de gran responsabilidad. Sabíamos que representar a nuestro país en un evento de esta magnitud implicaba un compromiso y una labor titánica, con pocos meses para lograrlo. Un proyecto de tal envergadura necesitaba contar con un equipo sólido, y fue decisiva la inclusión de la Dra. Mónica Kupfer, directora de Fundación Arte y Cultura, y reconocida tanto por su labor como curadora e historiadora del arte, como por su papel pionero en múltiples aspectos del arte contemporáneo en nuestro país. Se sumaron a este equipo desde la Fundación Ciudad Del Saber Luz Bonadies y Mariana Núñez, figuras prominentes en el ámbito cultural y artístico nacional, a quienes admiro no solo como profesionales, sino también como mujeres que valoro profundamente.
Panamá, con su diversidad cultural y su riqueza histórica, merece este lugar en la Bienal de Arte de Venecia. Las obras de Brooke Alfaro, Isabel De Obaldía, Cisco Merel y Giana De Dier se entrelazarán como testimonios artísticos que llamarán la atención hacia una realidad ignorada y, a menudo, invisibilizada.
Nuestro pabellón será más que una exposición; será un puente que conectará a Panamá con el resto del mundo, un espacio donde nuestras voces, nuestras historias y nuestras experiencias encontrarán eco y resonancia.
Pero, sobre todo, será un tributo a la pasión, al compromiso y al talento de todos aquellos que han hecho posible lograr esta meta. A los artistas que han confiado en nosotros para representarlos en el escenario internacional, a los colaboradores que han trabajado incansablemente detrás de bambalinas, a los donantes que permiten la realización de este proyecto, y a cada persona que ha creído en esta visión desde el principio.
Así que aquí estoy, con el corazón lleno de gratitud y el espíritu lleno de determinación por hacer este sueño una realidad. Y cuando finalmente inauguremos la exposición en la Bienal de Venecia este abril, sabré que este no es solo el logro de un equipo, sino de todo un país que está listo para brillar en el escenario mundial.