La última película de Ruben Östlund, El triángulo de la tristeza (en inglés Triangle of Sadness), es una sátira de humor negro que aborda principalmente la desconexión de los “megaricos” con el resto del mundo y las personas que los rodean.
El filme utiliza el clásico ejemplo de un crucero de lujo para contrastar entre los ricos viviendo en excesos y los trabajadores que les proporcionan esta comodidad.
A pesar de que todos los actores brindan interpretaciones competentes, los personajes del filme son llanos y funcionan mejor como herramientas que el director utiliza para su obvio comentario social y su sentido de humor, el cual llega a ser craso y hasta retorcido por momentos.
La falta de sutileza y elegancia en cómo se plasma la crítica social hace que la película opere mejor como un ejercicio artístico en la yuxtaposición de realidades y perspectivas. En esencia, la película opta por mostrarnos de forma muy obvia, y por momentos directamente dice, la controversia que quiere señalar, dejándole a la audiencia muy poco espacio para pensar y llegar a sus propias conclusiones sobre lo que vimos. Este estilo tan pesado y evidente de crítica social es común en las películas de Östlund, que ya en 2017 lo hizo con la controversial ganadora de la Palma de Oro The Square, la cual ridiculizaba el mundo aristocrático del arte. Esta decisión narrativa tenderá a polarizar a la audiencia, entre los que consideran que la críticasocial es efectiva por su crudeza, y los que consideran que es superficial y falta de elegancia.
Sin embargo, el último acto de la película nos brinda algo diferente. Después de una serie de eventos, algunos de los protagonistas quedan en una realidad muy distinta a la que empezaron.
Poner a los personajes en este nuevo entorno permite que se desarrollen elementos importantes de sus relaciones. La película utiliza esto para comentar sobre la naturaleza humana y las dinámicas de poder de una forma más elocuente.
El triángulo de la tristeza es una película por momentos un poco pesada de digerir y con una crítica social que no siempre funciona. Ciertas decisiones estilísticas pueden ser un poco burdas y llegarán a rozar en la impertinencia para algunos integrantes de la audiencia. Sin embargo, algunas personas encontrarán en esta película un mensaje claro y tajante que sea de su agrado, dirigido por un director con una clara visión y un estilo intransigente.

