Siniestra, horrorizante e inquietante, Zona de interés, la última película de Jonathan Glazer, es un interpretación verdaderamente única, y extremadamente poderosa, de una película sobre el Holocausto. La película cuenta la historia de la vida real de Rudolf Höss, un comandante nazi de la SS encargado del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, que vive en una casa de campo de ensueño junto a su esposa e hijos justo al lado del campo de concentración donde trabajaba.
Höss y su esposa, Hedwig, son interpretados por Christian Fiedel y Sandra Hüller de manera efectiva y creíble, dando vida a difíciles personajes históricos. Sin embargo, el enfoque es la circunstancia. Zona de interés es una película abstracta y conceptual que se centra en la surrealista realidad de una casa de campo aledaña a una fábrica de sufrimiento y atrocidades.
La película toma una decisión consciente de nunca mostrarnos el interior del campo de concentración, nunca mostrar el sufrimiento inhumano que transcurrió en ese lugar y ni siquiera mostrarnos una sola víctima del Holocausto. Sin embargo, la forma en la que está filmada y las alusiones a lo que transcurre detrás de la pared gris en el jardín de los Höss, hacen que como audiencia seamos cautivados e incapaces de pensar en otra cosa.
El mérito de Glazer yace en su conceptualización de la película y en el trabajo de cámara que, compuesto de tomas estáticas, genera la ilusión de estar espiando a la familia, dándonos un subyacente sentimiento de inquietud y angustia. Glazer entrelaza simbolismos a lo largo de la película, incluyendo tomas de visión nocturna, las cuales se pueden interpretar como secuencias de una pesadilla y brindan algunos de los momentos más perturbadores y atmosféricos de la película.
El sonido de la película también juega un rol sumamente importante en generar la atmósfera. Se utilizan estratégicamente los silencios, generando una ilusión de paz que luego es cortada por sonidos distantes y a veces indescifrables de un disparo o un grito. La música, igualmente, es espeluznante. Emplea una combinación de sonidos que simulan maquinarias entrelazadas con gritos y aspectos de música ambiental para crear un ambiente sumamente inquietante y angustioso.
Una frase que se utiliza mucho para describir las circunstancias que rodean a los actores de la peor masacre de la historia es “la banalidad de la maldad”, atribuida a la filósofa judía Hannah Arendt. Zona de interés encapsula este concepto y lo profundiza. Entendemos que el protagonista no actúa únicamente bajo la interpretación de que está haciendo su trabajo o solo “sigue órdenes”. Höss opera bajo la tediosa y mundana, pero profundamente macabra, búsqueda de la eficiencia, de la misma manera que un empleado en una oficina busca mejorar para ascender en su puesto de trabajo. Esta y otras interpretaciones pueden ser extrapoladas de la metáfora en la última escena.
Zona de interés es, de cierta forma, la mejor y más importante película del año. Probablemente no se lleve el Oscar a mejor película debido a sus formas abstractas y narrativa dispersa. Seguramente muy pocas personas tendrán el estómago para “disfrutarla” más de una vez. Es una película que se debe ver y apreciar, tanto para comprender la genialidad cinematográfica que es, como para escuchar y reflexionar sobre los sucesos que nos cuenta.
